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10. Orden epistémico de las ideas


La verdad siempre es una suerte del estudio de la epistemología. El orden epistémico, constituye el carácter conducente a la verdad. El sujeto que conoce la realidad, lo hace con el amor por los principios de la verdad[1]. Sin embargo, la relación lógica y verdad es más débil que la relación entre conocimiento y verdad. Considerando que el conocimiento es algo factible sobre lo que existe fuera de nuestra mente y el orden lógico no necesariamente concuerda con la realidad objetiva. En otras palabras, no todas las ecuaciones matemáticas de los físicos que guardan sólida relación lógica, se corresponden con la realidad física de nuestro universo. Hay muchos que cuestionan que todo lo que existe, en su entropía (desorden), a través de mediciones sistemáticas, se pueda convertir en información y está en conocimiento. Pero olvidan que la incertidumbre presente en nuestra realidad no puede ser reducida a cero. En otras palabras, un objeto observado por la razón, en primer lugar es mudo, es obligado por creativos experimentos a revelar su naturaleza y con este lenguaje humano natural (español) o artificial (matemáticas), no es posible agotar todo lo que el objeto es en realidad[2]. Tanto científicos, ingenieros o profesionales de cualquier disciplina, requieren para su éxito en el campo laboral de disponer de una actitud de aprendizaje por la vía de la escritura objetiva, como medio creativo de aprendizaje de competencias en el progreso ético de sus vidas. 


Nosotros aquí, consideramos, que el carácter favorable de la verdad como orden de explicación, es la relación lingüística aplicada más importante para el intelecto de los estudiantes. Tanto el conocimiento, visto como creencia justificada (argumento) y los procesos de investigación del estado del arte de las ideas (marco conceptual y teórico), son los pilares en que descansa buena parte de nuestra creatividad[3]. Reconocer que muchas de nuestras ideas no tienen ninguna base de justificación que les otorgue credibilidad objetiva, es el primer paso en el cambio intelectual de los estudiantes. Por desgracia, cuando aprenden a argumentar, lo hacen en forma casi gramatical y escasamente epistémica. Es decir, reconocen lo que es una sentencia en forma de proposición y los segmentadores del discurso (el argumento), pero no reconocen las pruebas de validez de las premisas, la evidencia y la interpretación de los hechos como conceptos desde donde se observa todo experimento objetivo. Por desgracia, el  estudiante confunde argumento con conocimiento verdadero de la realidad. Reconocen al argumento como conocimiento potencial, pero no logran realizar un mínimo de evaluación que justifique que es verdad lo que expresa, que aportó más profundidad al pensamiento y que el rigor de sus cadenas de proposiciones logró ser coherente.


Reconocemos que argumentar, es tanto dominar un sistema de escritura, como el método o estilo de pensamiento objetivo que se requiere para justificar lo verdadero, los estudiantes requieren un entrenamiento en la competencia cognitiva de la observación científica. Tanto: niños, jóvenes bachiller o universitarios, asumimos que pueden aprender este arte. Este aprendizaje de la habilidad de argumentar, es una manera de asegurar que el intelecto de los aprendices, se logre formar en que sus creencias más sólidas, deben ser por ellos mismos, evaluadas en su justificación de verdad. Cuando el sentido de la educación motiva la escritura creativa como modo de aprendizaje, se garantiza la competencia requerida en conexión con la virtud de transformar la realidad, mediante innovadores discursos objetivos que permiten ir más y más profundo en la realidad[4]. En otras palabras, S sabe de P, sí y solo sí, S tiene una ciencia verdadera justificada sobre P.


Esta idea, asume que el individuo puede reconocer a partir de su base axiomática, la verdad, las creencias y el orden suficiente de todo conocimiento. Este juicio no es intuitivo, dado que exige el más profundo debate sobre el concepto de conocimiento.


Conocimiento


Popularmente la palabra conocimiento es muy empleada en la sociedad moderna. Los niños relacionan conocimiento con creencia y el verbo saber dentro del acto de razonar y sentir. Para la ciencia, la palabra conocimiento tiene adscripción central a la epistemología y al lenguaje aplicado a principios racionales de observación y procesamiento de la experiencia emocional. Evaluar la acción y la afirmación es un importante vínculo epistémico con la idea popular de conocimiento, como experiencia racional y emocional. El conocimiento se vislumbra como un acervo de ideas justificadas y fundamentadas que fueron creadas dentro de procesos de razonamiento, donde cada estilo de razonamiento formará parte de la amplitud de recursos de inteligencia que el individuo que conoce[5].


Decir yo sé que P está involucrada… Pero, sé que P… son manifestaciones de que  nuestras declaraciones están respaldadas por conocimiento. La sentencia llamada proposición es la arquitectura mínima de las estructuras del pensamiento objetivo, con ellas se representan abstracciones y evidencias. En el lenguaje ordinario la afirmación motiva una forma de validación en la acción, regularmente las ideas se confrontan con su referencia en la realidad[6]. Este vínculo entre acción y conocimiento, en su uso coloquial es una debilidad en su rigor, dado que los pasos de argumentación no se dieron, ocasionando fuertes errores y sesgos de interpretación dentro de principios del estilo de pensamiento objetivo. Es necesario conocer el estilo de pensamiento científico como recurso de evaluación de nuestras afirmaciones y referencias a las acciones observadas. El sesgo cognitivo se hace presente en la vida cotidiana como corrupción de nuestro conocimiento, dado que nuestros deseos y emociones conspiran inclinando nuestras creencias y oscureciendo a la razón implicada en su evaluación[7]. 


Conocimiento, deducimos que es el producto de la evaluación epistémica de la acción y la afirmación de los significados. Cuando nuestras acciones se dirigen con la certeza de ideas justificadas, nos parecemos más a un profesional consagrado y nos alejamos de las formas artesanales de conocimiento basado en formas irreflexivas de evaluar su verdad. 

 

La evaluación epistémica de las ideas objetivas, ocurre a nivel de cadenas de proposiciones, en las proposiciones mismas y en las inferencias dentro del argumento. La función de evaluación del sistema de proposiciones proporciona a los individuos un acervo de ideas justificadas o, en otras palabras, conocimientos que fueron evaluados en su prestación de garantía de expresar lo verdadero. 


Es importante destacar, que en este texto nos hemos dirigido hacia el conocimiento objetivo, pero hay muchas otras formas de conocimiento igualmente válidas para la vida humana, tales como la música, la poesía entre otras categorías de importancia capital para la intelectualidad. Pero hay algo trasversal a todas las formas de conocimiento, es la presencia de la razón como agente esencial de su construcción lingüística. Conocer es una acción lingüística, así que, una debilidad en esta competencia, involucra una crisis intelectual dentro del sistema de escritura y lógica modal como habilidad para hacernos del conocimiento. 


Una buena razón para ver al “conocimiento” como producto de la razón, es que es el producto de las evaluaciones epistémicas. Como consecuencia creencias sin justificación, por ejemplo, en líneas de género, raza o condición económica, provocan injusticias y sufrimiento al hombre. Esto es un motivo muy importante para que la educación haga más énfasis en formar seres humanos con competencias para la investigación objetiva, no es formar científicos en el sentido disciplinar, sino formar el estilo de pensamiento científico como recurso para transformar, criticar, debatir, producir consensos y evaluar la realidad. En síntesis, conocimiento es algo vivo en las mentes de los observadores, no debe confundirse con la información codificada en la literatura. La información son cuerpos de códigos, mientras el conocimiento es la acción racional de evaluar las ideas y actuar en consecuencia, es decir es algo vivo en la conciencia humana para transformar la realidad.


¿Qué es la realidad? Es todo lo que sabemos y lo que existe. Esta definición se adscribe en la idea de experiencia. Al paso del tiempo consciente, se toma la forma de las ideas y juicios; la propia percepción desde el momento que nacemos mediante nuestra base axiomática de verdades evidentes. Por ejemplo, sobre la noción de unidad se desarrolla la habilidad de contar tiempo; nos movemos en el espacio geométrico como lugar dimensional; categorizamos todo en conjuntos de cosas; la probabilidad como ensayo de éxito y error en la toma de decisiones y la lógica, como medio de verificación de la coherencia. La experiencia más concreta e individual, es todo un mundo de ideas, coherentes, sistémicas y justificadas que fueron despertadas por nuestra biología. Despertar a la realidad se lleva a cabo por las emociones que invaden a la conciencia de sensaciones, y nos crean la necesidad de conocer: la curiosidad. Los axiomas de nuestra naturaleza humana, son innatos, y responsables de nuestro poder de razonamiento como actividad de interrogación y demostración de lo que es real[8].


La realidad vista como único universo, donde su naturaleza está en armonía dentro de todo lo que existe y además para Leibniz, es en su totalidad racional. Por lo tanto, el absoluto es, hasta ahora, un individuo con conciencia aplicando lingüística de manera sistemática para conocer lo que existe. Los argumentos, son los que dan paso a la conciencia de lo real, podemos responder que esta habilidad de argumentar, es la experiencia objetiva de vivir la realidad. La experiencia es algo que se demuestra,  es decir, es mundo mental coherente en ideas sobre lo que hay más allá de lo lingüístico. Por absoluto, nos referimos a la relación de nuestro lenguaje en su actividad de auto completar todo, como experiencia única, que abraza la diversidad parcial de la realidad. Cualquier desajuste de las ideas con la descripción del mundo, permite crear nuevas experiencias como unidad coherente. La experiencia se desajusta, cuando las emociones corrompen a la acción de la razón, cuando nuevos datos disparan la alerta de que alguna de nuestras ideas son apariencias ilusorias. Casi cualquier cosa que pensamos parte de ser ilusoria, pero con el rol de argumentar, ganamos objetividad y recobramos la coherencia entre ideas y realidad. El problema con la experiencia es que nos exige ganar habilidad racional en la modelización de algo. 


Conocer es la acción de voluntad, en respuesta a la necesidad de saber. Los modos de conocer, son estilos de pensamiento que en muchos casos abstraen de la realidad concreta, conceptos para formular la experiencia de la abstracción, lo hipotético y la evidencia para resolver lo que es real bajo las apariencias de todo existencial. La experiencia, es claro, congénitamente afecta nuestra conciencia en cuanto a la modelización de argumentos. Los estilos de pensar, son los modos de argumentar en diversidad al modo de un catálogo de estilos que empleamos para explicar, transformar y demostrar lo que existe en lo  real.


Argumentar es un signo de la salud de una sociedad democrática, es decir, argumentar es el modo en que la sociedad construye sus consensos sobre el bien común. En otras palabras, el límite de la resistencia de un argumento que es atacado, define la fuerza de lo que hay en él como coherente con la realidad. Si no resiste un argumento, se hace necesario replantearlo o por abandono crear otro distinto. René Descartes en oposición al escepticismo extremo de negar la realidad o su acceso en concretitud, señaló que dudar de lo sensorial es deseable, pero no justifica que la observación racional con sus sólidos argumentos, no tenga acceso a la realidad. Quien duda de un argumento, tiene la obligación ética de revisar cada una de estas ideas en sus proposiciones que lo justifican como coherente. Dudar como forma hipócrita de ser negativos y perezosos, solo aporta ruido y distracción a la comunidad en que pertenecemos. La hipocresía oculta la falta de competencia para argumentar y analíticamente evaluar la coherencia en el interior de las ideas. Con frecuencia resultan los prejuicios una adulación (creencias sin verificar su justificación de verdad), una acción no sincera de buscar la justicia a través de la razón.


La adulación, es una forma de asumir que una idea es justa por la imposición de un poder burocrático, autoritario o administrativo, y no por la reflexión del pensamiento analítico que resolvió que tanta objetividad hay en su contenido. Adular es decir que si P entonces Q, donde ambas por su portador, son garantía de verdad. Es absurdo, pero común que la validez de un argumento descanse en la autoridad déspota y no en el proceso analítico de su justificación. En sociedades autoritarias la adulación es un rasgo del habla de la sociedad, esta nos alerta de lo que Sócrates combatió, el sofismo. 


Una habilidad analítica, es la capacidad de aplicar la lógica a la recopilación y posterior evaluación de los datos. Esta habilidad tiene que ver con la observación del estado de verdad de las proposiciones y sus relaciones lógicas dentro de cada argumento. La habilidad analítica es una forma flexible de poner a discusión nuestras ideas y las de otros, siempre abiertos a quedarnos con lo mejor de ese proceso de justificación de las ideas.


La información como el conjunto de datos estructurados, es el primer paso analítico. Seleccionar nuestra información afecta a nuestras ideas y justifica nuestras decisiones como responsables. Abordar problemas complejos con buenos datos, facilita nuestra comprensión y abre la posibilidad a innovadores argumentos. Los pensadores analíticos descomponen en piezas a los argumentos, la más pequeña pieza de pensamiento que representa la evidencia, los hechos y las afirmaciones son las proposiciones. Estos datos definen al problema, las propiedades relevantes y las soluciones dentro de la naturaleza observada en el objeto de estudio. A las cadenas de proposiciones P, por ejemplo, P explica W, entonces Z es parte del universo W. Como tercer paso, ya evaluadas las proposiciones y las cadenas de razón, se evalúa la inferencia de conclusión, es decir, es producto de un estilo de causa, determinista, deductivo o inductivo que afirma una conclusión. En resumen, volver analítico el proceso intelectual de evaluación de un argumento, es 1) evaluar el estado de verdad de las proposiciones, 2) la coherencia entre proposiciones encadenadas con operadores modales y finalmente, 3) evaluar la inferencia de conclusión.


El pensamiento analítico en la resolución de problemas, es una habilidad en abordar un proceso: formulación del problema, búsqueda de alternativas, análisis de premisas, selección de alternativas e implementación  de construcción de ideas de solución. 


Formular el problema, es identificar un acercamiento justificado sobre lo no resuelto y dentro de los límites de lo posible. Si no se identifica al problema desde la justificación de que otros observadores lo reconocen como tal, diremos que no se le puede dar solución a lo que no es un problema descrito, vuelto analítico y definido en su contexto. Es vital documentar el problema como la primera de las cosas que debemos hacer, en lugar de tomar información en modo automático irreflexivo. Esta etapa selecciona los datos, los estructura como información y los sintetiza como un argumento que plantea un problema. El argumento en su conclusión, es la justificación de que algo es irresoluto y relevante dentro de un contexto para construir una discusión que permita alcanzar una conclusión.


Para encontrar alternativas de solución, se deben seleccionar los datos, categorizarlos, jerarquizarlos y transformarlos en proposiciones que representan el estado de verdad sobre las afirmaciones que expresa cada sentencia. Al evaluar el estado de las proposiciones sobre un problema se está en condiciones de crear cadenas de razón.


Una cadena de razonamiento es una estructura formada por proposiciones y operadores modales. Por ejemplo, para las proposiciones P1, P2, P3, P4 y P5 en una posible cadena:


Si P1 pertenece a P2, implica a P3 y P4, son  responsables del efecto P5.


Evaluar el estado de proposiciones, es investigar las variables, atributos, rangos de efectos, valores cuantitativos y cualitativos en que se traduce un problema.


Análisis de las alternativas de solución. Cuando disponemos de un acervo seleccionado de proposiciones en el contexto de un problema (argumentario). Se construyen cadenas de razón como el medio analítico de pensamiento, aplicado a métodos cuantitativos y cualitativos. Estos juicios son las experiencias de buscar categorías, referencias de variables, definición conceptual de los hechos y la intuición de la experiencia de leer lo investigado sobre el problema. Internamente el que escribe argumentos, primeramente produce cuerpos de texto de cadenas de razón, como medio para discutir el problema. Discutir es revelar los significados en el cuerpo de proposiciones que estarían implicados como soluciones alternativas. Al jerarquizar las proposiciones el analista puede revelar lo relevante y lo accesorio dentro de la solución alternativa. Al aprender de esta información sintetizada en proposiciones, reducimos la complejidad y ganamos profundidad en las cadenas de razón. Es importante precisar la diferencia entre cadenas de razón y argumentos; las primeras carecen de inferencias de conclusión y los argumentos, son cadenas con más de una inferencia de conclusión.  


La selección de alternativas de solución, son cuerpos de argumentos que ensayan pasos para ganar profundidad en la discusión de las ideas, son argumentos encadenados y cadenas de razón que juntos son un texto que ensaya la solución teórica del problema. Esto es tamizar las diferentes maneras de mirar un problema, exponiendo las opciones viables desde sus posibles enfoques y encontrando nuevos caminos en el escenario de la argumentación de las ideas.


Para implementar las acciones de solución, la selección de alternativas de solución deben derivar en el planteamiento de la justificación de una solución. Ello quiere decir, que ahora los argumentos en esta etapa justifican la viabilidad de los argumentos de conclusión de la discusión previa de alternativas. 


En resumen, resolver un problema, es sintetizar en proposiciones el estado de conocimiento sobre un objeto de estudio; analizar el cuerpo de proposiciones y transformarlas en cadenas de razón, y más tarde, en argumentos de justificación del problema, discernir soluciones alternativas y finalmente de conclusiones de solución. 


El análisis de las habilidades de pensamiento y dimensiones de comunicar los razonamientos como estilo de pensamiento, suelen ser abrumadoras jornadas de investigación y reflexión, sobre ejercicios de escritura que crean los cuerpos de  argumentos para el contexto-problema-discusión-solución.


Comunicar este proceso como proyecto de solución que explica, demuestra, justifica, calcula, describe, categoriza, fundamenta, sintetiza y expone nuestro compromiso intelectual con el objeto de estudio. Pensar en algo, es escribir argumentarios que recojan la selección de los datos;  cadenas de razón y argumentos que vuelven analítico el problema y escribir los cuerpos de argumentos de discusión y justificación de la conclusión. Lo redactado habla de lo que son capaces los individuos de pensar y tratar intelectualmente respecto a los problemas. Comunicar es abrirnos a que otros evalúen nuestro intelecto y recojamos de estas discusiones, nuevos caminos para argumentar la realidad objetiva. Publicar dentro del aula o a la opinión abierta, es abrirnos flexiblemente a mejorar nuestros conocimientos en profundidad y rigor.  Lo profundo se gana con cada paso en el viaje de discutir con argumentos y empujar nuestra experiencia de conocimiento un poco con cada nuevo argumento. El rigor es el manejo de la evaluación  lógica  de lo que hay de verdadero en nuestras proposiciones elegidas y las cadenas de proposiciones que elaboramos.



Referencias


[1] Cohen, S. (1984). Justification and truth. Philosophical Studies, 46(3), 279-295.

[2] Hazlett, A. (2010). The myth of factive verbs. Philosophy and phenomenological research, 80(3), 497-522.

[3] Pritchard, D. (2007). Epistemic Luck (New Ed ed.). Oxford University Press, USA.

[4] Gettier, E. L. (1963). Is justified true belief knowledge. analysis, 23(6), 121-123.

[5] Hawthorne, J., & Stanley, J. (2008). Knowledge and action. The Journal of Philosophy, 105(10), 571-590.

[6] Williamson, T. (2002). Knowledge and its Limits. Oxford University Press on Demand.

[7] Concha, D., Ramírez, M. Á. B., Gallardo, I., Rovira, D. P., & Rodríguez, A. F. (2012). Sesgos cognitivos y su relación con el bienestar subjetivo. Salud & Sociedad, 3(2), 115-129.

[8] Bradley, F. H. (2018). Appearance and Reality: A Metaphysical Essay (Classic Reprint). Forgotten Books.