Historia del Colegio de San Nicolás
Autor
Raúl Arreola Cortés
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PROLOGO A LA PRIMERA EDICIÓN
II
EL GOBIERNO CONSTITUCIONAL
Las elecciones de 1917.—Socialistas contra liberales,—Planes para fundar la Universidad.—Las influencias positivista y norteamericana.— Oposición del Congreso.—El gobernador Ortiz Rubio defiende su proyecto.—Los bienes que pasarían a la Universidad.—Se aprueba la fundación.—La primera Universidad Autónoma del Continente.—Opiniones de la prensa.—El ingeniero Aragón, rector.—Se niega a jurar la Constitución.-—Renuncia.—El Congreso aplaza la apertura de la institución.—El doctor José Torres, nicolaita valioso.— Su obra cultural.—-Ortiz- Rubio nombra al doctor Alberto Oviedo Mota.—Escuelas que formaron la Universidad.—Sus primeros directores.—Acto de inauguración.—Primeros actos del Consejo Universitario.—El profesor Jara, rector.— Primeros resultados.
El 28 de mayo de 1917 el gobernador interino de Michoacán, general José Rentería Luvíano, convocó a los ciudadanos para elegir gobernador constitucional y diputados a la XXXVI Legislatura que tendría, además de sus funciones constitucionales, el carácter de constituyente del Estado, según disposición del gobierno federal.
Para el cargo de gobernador se presentaron en la contienda cívica —la primera que se realizaba después de la Revolución— cuatro candidatos: el ingeniero y general Pascual Ortiz Rubio, el general Francisco J. Múgica, el general Antonio de P. Magaña, y el coronel Miguel de la Trinidad Regalado; don Jesús Romero Flores menciona al coronel Antonio Márquez de la Mora como un quinto aspirante.[1]
El gobierno de Carranza parecía inclinarse por Múgica, quien le había acompañado en la revolución constitucionalista desde la hacienda de Guadalupe (había sido uno de los firmantes del Plan del mismo nombre); desde entonces don Venustiano le manifestaba un gran afecto, casi como a un hijo; no obstante, en el constituyente de Querétaro, Múgica había sido la cabeza visible de los opositores al proyecto del Primer Jefe, como líder de los "jacobinos" anticlericales y antimperialistas que lucharon en defensa de los derechos de los obreros y los campesinos. Aunque esa posición de Múgica le distanció de su protector político, al pasar por la estación de La Piedad, Carranza declaró a una comisión de mugiquistas que fue a saludarle: "Tengan ustedes la seguridad de que el señor general Múgica será gobernador de Michoacán".[2]
Según se sabía entonces, el coronel Regalado se ufanaba de contar con la simpatía de don Venustiano; "llevaba a cabo su labor agraria —dice Félix C. Ramírez— con anuencia del señor Carranza, mismo que le permitió que armara alguna gente para que pudiera realizar su labor".[3]
Pero Carranza apoyaba más bien al ingeniero Ortiz Rubio, seguramente porque era más afín a sus ideas. Con él compartía inquietudes filosóficas, y coincidía en las soluciones al problema educativo del país. Siempre que Ortiz Rubio se refería a don Venustiano le llamaba "mi maestro". Era el ingeniero un político que ofrecía mayores seguridades y alarmaba menos a la sociedad; por eso creemos que gozaba de las simpatías del Primer Jefe.
De los otros candidatos, sólo el coronel Regalado tenía cierta importancia pues representaba a las comunidades indígenas del Estado en periodo de extinción desde finales del siglo anterior; había, sin embargo, zonas y núcleos que luchaban denodadamente sin esperanzas de triunfo, Regalado hizo un pacto con Múgica, y como éste se negara a cumplirlo, algunos mugiquistas dejaron de colaborar en la campaña.[4]
Al final, esa campaña tuvo sólo dos contendientes: Ortiz Rubio y Múgica. Al lado del primero se agruparon los viejos "tiburones" —es expresión de Valdovinos Garza— de la política, los liberales clásicos, la élite que figuraba en los puestos públicos desde las administraciones mercadistas que, además de la experiencia en esas lides contaban con recursos económicos cuantiosos de los industriales, comerciantes y latifundistas. Frente a este grupo liberal se colocó el general Múgica como abanderado de los obreros y los campesinos del Estado con los que formó el Partido Socialista Michoacano, en cuyo programa se hablaba de dotación de tierras, salario mínimo suficiente, participación de los obreros en las utilidades de las empresas, habitación para los trabajadores, escuelas racionalistas, bibliotecas, y derechos políticos para las mujeres, etc.[5] Se adhirieron al Partido Socialista los miembros de la Casa del Obrero Mundial y de la Federación de Sindicatos de Obreros y Campesinos de la Región Michoacana, de la CROM. Al frente del Partido quedó su principal organizador, el noble luchador J. Isaac Arriaga, distinguido nicolaita. De estos dos contendientes triunfó Ortiz Rubio en forma arrolladora. "Honradamente —escribió Valdovinos Garza— hay que reconocer que en esa campaña fuimos minoría";[6] pero en algunos distritos triunfaron los candidatos del Partido Socialista, por ejemplo en el 10o. (Pátzcuaro) ganó el profesor Félix C. Ramírez, aunque en el momento de las elecciones ya se había distanciado de Múgica por el asunto de las comunidades indígenas. Se afirmó que Arriaga obtuvo la mayoría en el distrito de Uruapan, pero el gobierno le mandó aprehender, estuvo preso en Morelia, y se le despojó de su credencial. El Congreso quedó formado en su mayoría por partidarios de Ortiz Rubio.[7]
La campaña política de Ortiz Rubio fue breve y poco extensa, pues gran parte del Estado se hallaba dominada por las gavillas de maleantes que asaltaban, destruían, robaban y violaban sin otro fin que obtener dinero y satisfacer sus instintos. Además, en vastas regiones se dejaban sentir los efectos de la gripe española que asoló la población, reduciéndola considerablemente. Como si todo esto fuera poco, el erario público estaba en bancarrota como consecuencia de la Revolución interna y de los conflictos armados de Europa, sumida en la Primera Guerra Mundial, que necesariamente repercutían en nuestro país. La campaña, pues, se redujo a la visita a unas cuantas poblaciones, donde se recibía al candidato con los consabidos discursos y versos en que se exaltaban las virtudes cívicas de Ortiz Rubio y se cantaban loas al mundo prehispánico donde se originaba la prosapia del aspirante.
Sintiéndose seguro de su triunfo en los comicios, el ingeniero comenzó a elaborar los planes de su gobierno, de acuerdo siempre con las recomendaciones de Carranza, o anticipándose a sus gustos y preferencias.
Desde sus años de estudiante en el antiguo Colegio de San Nicolás, Ortiz Rubio anhelaba la creación de una Universidad en su Estado, y con ese fin se adentró a estudiar el modelo que mejor se identificaba con su ideología, el modelo norteamericano, cuyos principios había repasado y analizado varias veces.
La idea de una Universidad en Michoacán era persistente en Ortiz Rubio, aunque no encontraba el camino para realizar esa idea. Coincidían con él los integrantes de un grupo selecto de jóvenes michoacanos que, por la imposibilidad de continuar sus estudios en Morelia, se habían visto obligados a emigrar a la capital del país. Esos jóvenes —Rodolfo e Ignacio Chávez, Manuel Martínez Báez, Samuel Ramos, Eduardo Villaseñor y otros— expusieron al candidato su idea de la Universidad, nutrida con otras inquietudes y experiencias.
El estudio del modelo norteamericano llevó a don Pascual a plantear la organización de la nueva institución como una Sociedad Anónima en que el gobierno estatal fuera el accionista principal; pero muy pronto desistió de esa idea porque comprendió la imposibilidad de su ejecución en un medio en donde la iniciativa de los particulares era escasa, "no hay espíritus de empresa entre nosotros para esta clase de instituciones, que indudablemente no rinden las ganancias que dejaría cualquier otro negocio".[8]
Tampoco deseaba que el Estado se hiciera cargo de la proyectada institución, por la inestabilidad de los gobiernos que ponía en peligro cualquier empresa que se confiara al Estado. Buscaba una solución intermedia. Consultó con su maestro Aragón y con algunos de sus amigos, y finalmente estableció los principios sobre los cuales podía surgir la Universidad en Michoacán. Comisionó al mismo Aragón, al doctor Alberto Oviedo Mota y al licenciado Manuel Ibarrola para que, de acuerdo con esos principios, formularan un proyecto de ley que presentaría al Congreso local.
Ortiz Rubio tomó posesión del gobierno el 6 de agosto de 1917, y una semana más tarde envió al Congreso del Estado el proyecto de ley elaborado por las personas mencionadas. Dicho proyecto fue precedido de una exposición de motivos donde el mandatario dio sus puntos de vista sobre temas tan importantes como la autonomía universitaria y la organización que pretendía darle a la Universidad Autónoma de Michoacán. Empezaba por reconocer las ventajas de que la instrucción primaria estuviera a cargo de los Ayuntamientos, pero sostenía que la secundaria y profesional seguiría vinculada a las funciones políticas del gobierno. Luego aponía sus ideas acerca de la sociedad mexicana en la que distinguía funciones corporales y funciones espirituales, y entre éstas se hallaba la educación. La Iglesia Católica, que tuvo a su cargo esas funciones espirituales, fue desplazada al separársele del Estado por virtud de las Leyes de Reforma, y no ha sido sustituida como era de esperarse mediante la difusión sistemática de la Ciencia y la iniciativa individual de los mexicanos; la obra de los reformadores ha quedado trunca, y el Estado, al intervenir en esas funciones espirituales, se ha metido en "problemas que no le incumben", provocando inestabilidad en las instituciones educativas, deficiencias del personal, falta de estímulo, y todos los males que resultan de trasladar a los planteles los conflictos de la política. La solución ideal sería la de completar la obra de los reformadores hasta lograr la absoluta libertad de lo espiritual (la libertad de enseñanza sin intervención del gobierno); pero como esto no era posible, el gobernador propuso una solución intermedia o de transición: ajustarse a la Constitución de 1917 y establecer el laicismo auténtico, basado en los conocimientos demostrables, y sin ninguna conexión con la enseñanza religiosa; pero desligada igualmente del gobierno, a fin de preservarla de los vaivenes políticos y de los cambios en la administración pública. De ese modo, el personal de las escuelas secundarias y profesionales, es decir el de la nueva Universidad, sería un cuerpo invulnerable como la Cruz Roja en el campo de batalla. Estaría por demás señalar la filiación positivista de estas ideas del señor gobernador.
Ahora, en cuanto a la organización de la Casa de Estudios, proponía que estuviera dirigida por una Junta Directiva de Instrucción Pública, formada por tres personas, que por primera y única vez nombraría el Ejecutivo del Estado; estas personas integrarían un cuerpo moral e intelectual respetable, que en lo sucesivo se renovaría a sí mismo en forma independiente. El gobierno entregaría a la Junta los recursos necesarios, desde luego los capitales de Instrucción Pública, los edificios, gabinetes, laboratorios y bibliotecas, y en general todo lo que pertenecía a los planteles que unida la Universidad; además, una contribución del 1 al 10% sobre herencias, para la formación de un fondo propio de la nueva institución; a esto debería agregarse el ingreso por pago de los alumnos, pues la educación no sería gratuita, así como los legados de particulares que quisieran contribuir a la conservación y desarrollo de la naciente Universidad.[9]
La iniciativa del gobernador no fue bien recibida en el Congreso. Se turnó a las Comisiones unidas de Instrucción Pública, cuyos integrantes dictaminaron en sólo nueve días; el 24 entregaron el dictamen oficial, enteramente contrario al proyecto. Atacaron principalmente la exposición de motivos: comenzaron por reprochar al gobernador que dijera que la instrucción primaria pertenecía a los ayuntamientos, pues era competencia del Congreso la decisión sobre ese punto, y nada se había acordado al respecto. Enseguida, les pareció un absurdo que una institución a la que el Estado ha dado vida pudiera quedar al margen de los trastornos que afecten al mismo Estado. Acerca de la independencia de lo espiritual y lo temporal, dicen los comisionados del Congreso que "tal independencia no puede humanamente existir", aunque si sería posible implantar el laicismo en las escuelas; pero la Universidad, carente de bienes propios e inviolables, y sostenida por las rentas del Estado, tendría que seguir la suerte de la política, de la que ningún cuerpo social puede sustraerse. Además, requeriría un personal de "alta intelectualidad, ilustración amplísima o sea conocimiento profundo de las ciencias, y honorabilidad", y en Michoacán los que están preparados científicamente o son inmorales o pertenecen al bando contrario a la Revolución. "Habría, pues, que importar de otro Estado o de la Capital de la República elementos intelectuales sanos y, entonces, la Universidad no sería realmente Michoacana". Por otra parte, si se pretende unificar la dirección de todos los planteles de instrucción secundaria y profesional, bastaría con crear una oficina administrativa con un Cuerpo Docente Consultivo, y esto significaría un considerable ahorro que permitiría pagar mejores sueldos al personal y regular la producción de profesionistas, pues actualmente —dicen los señores diputados— hay exceso de ellos, a tal grado que sería preferible "establecer cincuenta escuelas rudimentales donde podrían aprender las letras tres o cuatro mil analfabetas, que borlar en derecho o medicina a treinta o cuarenta doctores, para lo cual podrían crearse becas para que los más aptos fueran a la capital del país a doctorarse. Agregaban los dictaminadores que el Estado se encontraba en bancarrota, con la industria y la agricultura paralizadas y asolado por !as bandas de asaltantes. "En tales circunstancias, crear la Universidad equivaldría a ceñir con un florón de imperial corona la cabeza de un pordiosero". Concluye el dictamen con el total rechazo a la iniciativa del Ejecutivo de crear la Universidad Michoacana. Los autores del documento fueron los diputados Félix C. Ramírez, Fernando R. Castellanos y Elias Contreras.[10]
La discusión del dictamen tuvo excepcional importancia, pues el gobernador decidió estar presente para intervenir en favor de su proyecto. Al iniciarse el debate, el diputado Sidronio Sánchez Pineda se opuso al dictamen y presentó otro proyecto de ley, idéntico al de Ortiz Rubio, salvo en cuestiones de forma, tales como nombrar Consejo Universitario a la Junta Directiva, y Rector a la máxima autoridad de la institución. El diputado Castellanos, al defender el dictamen, centró la discusión en dos puntos: la cuestión educativa y la cuestión económica, y sobre ésta dijo que si el Estado podía dar a la Universidad un capital propio que garantizara su funcionamiento e independencia, sería posible su creación, y él —Castellanos— estaría de acuerdo con la iniciativa. Intervino entonces el gobernador y presentó una lista de los bienes que formarían el patrimonio de la nueva institución. Esos bienes serían:
1. Un fondo existente en la caja de la Tesorería del Estado por $ 24,773.00, garantizados con hipotecas sobre diversas fincas, y que producía intereses por $500.00 mensuales.
2. El rancho de Cútzaro o Etucuarillo, en el distrito de Tacámbaro, con un valor superior a los $ 40,000.00.
3. El edificio del ex-convento de San Francisco, en Morelia.
4. La casa que ocupó el gobernador Mercado, y que Ortiz Rubio no deseaba habitar, "pues me ha parecido inmoral" (en la calle Nacional; actual recinto —1983— del Congreso del Estado). Con sus accesorias podría producir $ 500.00 mensuales.
5. Una finca ubicada en el distrito de Zinapécuaro, perteneciente a la
Beneficencia e Instrucción Pública, con valor aproximado de $ 60,000.00.
6. A estos fondos, más de $ 100,000.00 según la estimación del señor gobernador, deberían sumarse los $ 200,000.00 anuales que se gastaban en el sostenimiento de los planteles de instrucción superior que ahora formarían parte de la Universidad con todo y su presupuesto.
En cuanto a las fincas proponía que se vendieran, pues en ese momento no producían beneficio alguno, y además porque tenían el convencimiento de que "el Estado es muy mal administrador de las fincas que le pertenecen; pues en lugar de obtener algunos productos, reporta considerables pérdidas para que los administradores de aquéllas tengan buenas habitaciones y otras comodidades".[11]
Respecto al proyecto propuesto por Sánchez Pineda, el gobernador estuvo de acuerdo en la designación del Consejo Universitario formado por el rector (nombrado sólo la primera vez por el Ejecutivo), los directores de los planteles, tres maestros y tres representantes del Congreso Estudiantil Michoacano. De paso, el ingeniero Ortiz Rubio refrendó su convicción de que los mejores modelos de enseñanza universitaria eran los de Estados Unidos, y afirmó que se había inspirado en ellos para formar su proyecto.
Las informaciones proporcionadas por el gobernador parece ser que convencieron a los opositores, por lo que el diputado Castellanos pidió se retirara el dictamen de las Comisiones, y que se entrara de lleno en la discusión del proyecto de ley.[12]
El diputado Timoteo Guerrero, representante de Maravatío, fue quien propuso que la institución se llamara Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo; y el de Morelia, Salvador Herrejón propuso y fue aprobado que estuviera integrada por: el Colegio Primitivo y Nacional de San Nicolás de Hidalgo, la Escueta de Artes y Oficios, la Industrial y Comercial para Señoritas, la Superior de Comercio y Administración, la Normal para Profesores, la Normal para Profesoras, la de Medicina, la de Jurisprudencia, la Biblioteca Pública, El Museo Michoacano, el Museo de la Independencia y el Observatorio Meteorológico del Estado.
Para el sostenimiento de la Universidad, además de los edificios y pertenencias de los planteles que ya funcionaban, se establecían las herencias vacantes, un subsidio que otorgaría el gobierno estatal, un capital efectivo que el mismo gobierno entregaría por una cantidad no menor de doscientos mil pesos para la formación de un fondo propio, y una contribución que variaría del grado de parentezco sobre herencias, además del uno por ciento sobre traslaciones de dominio y toda clase de contratos. La enseñanza en la Universidad no sería gratuita, excepto en las escuelas de Agricultura (se decía que sería creada de inmediato, junto con la de Minería, Química Industrial e Ingeniería Civil e Industrial), y las Normales de Profesores y Profesoras.
De este modo, el Congreso aprobó el 5 de octubre de 1917 la creación de la Universidad Autónoma del Estado de Michoacán, con el nombre de Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. El Ejecutivo promulgó el decreto respectivo el día 15 del mismo mes.[13]
El diario "El Universal" de la capital de la República, dirigido por Félix F. Palavicini, en su editorial del 16 de noviembre siguiente se refirió al acontecimiento con grandes elogios a Ortiz Rubio por haber creado la Universidad al margen del gobierno, es decir de la "asquerosa politiquería". El periódico aplaudió el hecho de haber dado a la institución el nombre de San Nicolás de Hidalgo, y en alusión al general Múgica —enemigo de Palavicini en el Congreso Constituyente— dijo que ese nombre "hubiera sido sin duda inaceptable para algún energúmeno jacobino derrotado en las urnas electorales".[14]
La prensa de Morelia, sobre todo el periódico de mayor popularidad: "El Centinela", de Mariano de Jesús Torres, atacó el decreto de fundación y calificó de "ridícula" a la Universidad recién creada.
Tan pronto como el gobernador consiguió la fundación de la nueva institución, dio los primeros pasos para la designación de rector; y le pareció que la persona indicada era el ingeniero Agustín Aragón León, su maestro, en quien reconocía uno de los espíritus "completamente emancipados", de los que no pueden admitir tutelas ni vasallajes, un hombre, en fin, respetuoso de los principios de la libertad de enseñanza. Consideraba el gobernador que, con un intelectual de esas características al frente de la Universidad podría ésta cumplir sus fines y, sobre todo, mantenerse al margen de la política, especialmente la de Michoacán, tan cargada de pasiones y de luchas ideológicas. Nombrar al pensador positivista de mayor renombre en la nación, significaba sellar un compromiso con esa corriente filosófica duramente combatida y en franca retirada en todos los frentes. Entre los michoacanos mantenía su vigencia gracias al esfuerzo tesonero del doctor José Torres y del grupo de sus amigos, formados todos en el Colegio de San Nicolás, en cuyas aulas —como en las de todos los Colegios del país en la primera década del siglo— se explicaba la filosofía con base en los principios del positivismo. Torres recordaba que en 1908 fue premiado con un libro, la Lógica de Porfirio Parra, y años más tarde, en su curso de Filosofía el maestro seguía el texto de Lógica de Stuart Mill. El positivismo era la filosofía oficial del Colegio, y en ella se nutrieron maestros y alumnos durante varias décadas, y al crearse la Universidad ésta quedó cobijada por esa tendencia, bajo la dirección de su principal exponente.[15]
El propósito del gobernador se hizo del dominio público, y la candidatura de Aragón comenzó a discutirse en la Cámara, en la prensa y en los círculos docentes y estudiantiles. Algunos maestros y grupos numerosos de nicolaitas se manifestaron contrarios a la candidatura, pero bastó con que tres alumnos ofrecieran su respaldo a don Agustín para que el Congreso le nombrara rector el 6 de noviembre, y el día 10 le comunicó oficialmente el acuerdo, al que Aragón dio respuesta el 15: "Acepto porque mi civismo me lo ordena y pondré en el desempeño de mis funciones todo el entusiasmo y toda la energía de un verdadero ciudadano".[16] A Ortiz Rubio, en carta privada, le había puesto como condición que al rendir la protesta de rigor, no le pidieran hacerlo sobre la Constitución Política vigente. Ortiz Rubio, el revolucionario, el primer gobernante constitucional del Estado de Michoacán, aceptó semejante desatino, y habló con los diputados para que violaran la ley, y ellos, en un acto de sumisión incomprensible, estuvieron de acuerdo. Se promulgó el decreto en que se designaba rector al ingeniero Aragón, y éste nombró a los funcionarios que formarían su administración: Secretario General, José Rubén Romero (el notable escritor era entonces empleado del gobierno y amigo de confianza de Ortiz Rubio); Oficial Mayor, Agustín González Argüenzo; Tesorero, Ignacio Montenegro; Secretario Particular, ingeniero Antonio Farfán Ríos. El día 22 nombró a los directores de los planteles: Colegio de San Nicolás, doctor Manuel Martínez Solórzano; Jurisprudencia, licenciado Adolfo Cano; Medicina, doctor Crisanto Esquivel; Normal de Profesores, profesor Jesús Andrade; Normal de Profesoras, profesora María Rodríguez Gil; Escuela Industrial y Comercial para Señoritas, profesora María Calderón; Escuela Superior de Comercio y Administración, profesor Ernesto Arreguín; y Escuela de Artes y Oficios, ingeniero Manuel Torres Ovando.[17]
Los integrantes del Congreso, que en un principio habían aceptado que el rector Aragón quedase excluido de protestar el cumplimiento de la Constitución, repentinamente cambiaron de opinión y el día 23 acordaron citar a los integrantes del primer Consejo Universitario para que, sin excepción, rindieran la protesta de ley, como todos los empleados y funcionarios del Estado, y así se lo hicieron saber al ingeniero Aragón. El día 24 se presentaron los directores mencionados y pasaron al salón del Congreso, y protestaron el cumplimiento de la Constitución de la República, pero no se presentó el rector. Terminado el acto, que había empezado como sesión de Constituyente, se dio lectura a la siguiente carta del rector, fechada ese mismo día en Morelia; una carta en la que Aragón expuso con toda honradez sus puntos de vista, y sólo por eso digna de respeto.
"Tengo la honra de contestar el oficio de ustedes, por el cual se me llama a que preste yo ante esa H. Cámara la protesta de Ley como Rector de la Universidad de San Nicolás de Hidalgo,
"Si la aludida protesta es la de guardar y hacer guardar la ley de 15 de octubre de 1917 que creó dicha Universidad, acudiré respetuoso a cumplir con ese deber; pero si la propia protesta es la de guardar y hacer guardar la Constitución Política de 1917, desde luego manifiesto a ustedes que no protestaré, porque me sería imposible cumplir con ese juramento, ya que, algunos de los preceptos de la expresada Constitución no se hermanan con las enseñanzas científicas que necesariamente deben darse en toda Universidad.
"Sentado lo anterior, se presenta la disyuntiva de protestar y violar hipócritamente la protesta o de protestar y poner en armonía las enseñanzas universitarias con ciertos mandatos de la Constitución actual de los Estados Unidos Mexicanos. Lo primero, es ajeno a mi carácter, y lo segundo es imposible hacerlo, pues significaría la abjuración de mi credo de liberal republicano y también el presentarme como discípulo de Felipe II.
"Por consiguiente y con toda honradez digo a esa H. Cámara, que si para el desempeño del cargo de Rector de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, se me exige conditio sine qua non, el protestar y hacer guardar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, promulgada el 5 de febrero de 1917, declino el honor que se me ha conferido, renunciando al puesto con que me favoreció esa misma H. Cámara.
"Protesto a ustedes mis respetos y mi consideración más distinguida.— Agustín Aragón".[18]
Es de hacerse notar que este documento llevó el rubro de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo y el escudo del Colegio de San Nicolás.
La virtual renuncia del rector provocó una encendida discusión en el Congreso. Varios diputados lanzaron fuertes críticas contra el positivismo y atacaron al renunciante; uno de los representantes populares llegó al extremo de afirmar que prefería como rector a un cargador ignorante en vez de un sabio reaccionario como Aragón. De hecho las críticas iban más arriba; se enderezaban contra Ortiz Rubio, y aun más alto, contra el Presidente Carranza, a quien el gobernador había consultado el asunto de la protesta de ley, y el mandatario había estado conforme en que Aragón no la rindiera.[19]
El 24 de diciembre aprobó el Congreso el decreto en que se aceptaba la renuncia de Aragón, y el 29 lo promulgó al gobernador. En dicho decreto se decía (art. 2o.): "Entre tanto el Congreso hace el nombramiento de Rector, la educación superior seguirá dependiendo del Ejecutivo del Estado, en los términos que dispone la Ley de Instrucción Pública, del 23 de diciembre de 1915". Con este acuerdo del Congreso se vinieron por tierra no sólo los propósitos de fundar la Universidad sino también el plan de hacer autónoma toda la instrucción secundaria y profesional.[20]
En el mes de enero de 1918 concluyeron las labores del constituyente michoacano; se firmó la Constitución el 31 de enero, y el 5 de febrero fue promulgada por el gobernador Ortiz Rubio. Gran parte de la nueva Carta Magna de la entidad había sido redactada por el mismo gobernante, y la Cámara había aceptado casi en su totalidad el proyecto que presentó el 31 de octubre de 1917, cuando había vencido la resistencia de algunos diputados en el asunto de la Universidad. Pero, como aun no se producía el desenlace de ese asunto con la renuncia del rector, el artículo 130 decía; "la instrucción secundaria dependerá de un Consejo Universitario".
No obstante el fracaso sufrido, el gobernador no dejó de pensar en la proyectada Universidad. Varios maestros del Colegio de San Nicolás y de las escuelas de Medicina y Jurisprudencia, así como los nicolaitas que estudiaban en la ciudad de México, le manifestaban su apoyo, y en cierto modo le presionaban para que llevara a cabo su propósito. Uno de los maestros del Colegio, el doctor José Torres Orozco, desempeñaría un importante papel en favor de la fundación universitaria. Espíritu selecto, hombre de inteligencia superior, el doctor Torres había realizado una brillante carrera en la Escuela de Medicina de Morelia, tan relevante que en su caso se aplicó el art. 82 de la Ley, por haber obtenido un promedio de 3 PB, los miembros del jurado en su examen recepcional (1914) se abstuvieron de interrogarle y le aprobaron por aclamación. Hijo del sabio polígrafo don Mariano de Jesús Torres, adquirió desde la infancia la disciplina y el amor al estudio que distinguieron a su padre, a quien superó si no en el volumen de su obra sí en la proyección universal de su cultura. A muy temprana edad, el doctor se adentró en el estudio de la filosofía, orientándose hacia el positivismo, cuyos resplandores crepusculares aun iluminaban el horizonte cultural del país. Penetró tan profundamente en las enseñanzas de los grandes maestros de esa escuela, que llegó a ser, para algunos el último positivista mexicano, en tanto que para otros fue el único. La calidad de sus escritos y la firmeza de sus principios le colocan, en verdad, por encima de los maestros y aún de los oficiantes mayores de esa escuela.[21] El doctor Torres fue maestro de Lógica, Ética, Psicología y Sociología en San Nicolás, y en 1918 elaboró los programas de esas materias, y al leerlos hoy no puede uno sino admirar la preparación de aquel joven maestro nicolaita, cuyo pensamiento estaba en proceso de cambio; poco después escribiría en una de sus obras; "el positivismo no existe ya en su aspecto primitivo, se ha transformado en materialismo dialéctico", cambio radical que le llevó del cientificismo a la concepción científica de la naturaleza y de la sociedad.[22]
La idea de tener una Universidad se había arraigado en los michoacanos, sobre todo en los nicolaitas, que así se llamaban con legítimo orgullo no sólo quienes eran alumnos del antiguo Colegio de San Nicolás, sino los de planteles de enseñanza profesional que habían hecho su preparatoria en "San Nico", así como sus egresados, tanto los que vivían en Michoacán como los que completaban su preparación en la capital del país. Todos apoyaban al gobernador en su propósito de fundar la institución universitaria, aunque diferían de él en cuanto a la designación del rector. Pero el gobernador tenía enemigos en Morelia, además de los maleantes que ocupaban importantes poblaciones de la entidad; algunos diputados estaban empeñados en llevarle la contraria a don Pascual, y aunque estuvieran convencidos de la necesidad de una Universidad en Michoacán, seguían oponiéndose con el argumento de que no había fondos suficientes para el sostenimiento de la proyectada institución; y no carecían de razón, pues hasta septiembre de 1918 el presupuesto del Estado registraba un déficit de $ 79,261.68 y se debía un mes de sueldo a los servidores públicos. Cierto es que el gobierno estatal reclamaba a la Federación el pago de $791,806.07 que le adeudaba, pero había pocas esperanzas de que tal cantidad se pagara. No obstante la difícil situación económica, el gobierno de Ortiz Rubio se empeñaba en crear la Universidad, y en apoyo de su proyecto publicaba los gastos que en sólo tres meses se habían hecho en la instrucción secundaria y profesional. De octubre a diciembre de 1918 se gastaron $ 20,092.12, y esta cantidad, según se decía, podría disminuir al crearse la Universidad, vista sólo como una fusión administrativa de los planteles ya existentes.[23]
Funcionaban en la entidad los siguientes planteles de enseñanza media y. superior:
El Primitivo y Nacional Colegio de San Nicolás de Hidalgo, reabierto y secularizado en 1847, clausurado en 1864 y abierto de nuevo en 1867, sin contar su gloriosa trayectoria desde el siglo XVI. Era escuela preparatoria desde comienzos del siglo XX.
La escuela de Medicina, cuyo origen se remontaba a 1830 con la creación de la primera cátedra de Cirujía, formó parte durante muchos años del Colegio de San Nicolás, y se separó en 1894. Después de la Revolución, por dificultades económicas, se declaró Escuela Libre y fue atendida gratuitamente por sus catedráticos. El gobierno de Ortiz Rubio le concedió un subsidio.
La escuela de Agricultura se creó después de la Revolución. Tomó impulso en el primer gobierno constitucional. Se encontraba en periodo de organización.
La escuela de Jurisprudencia, con raíces en el siglo XVIII, formó parte del ilustre Colegio de San Nicolás, del cual se separó en 1901. Funcionó después de la Revolución como Escuela Libre, por las mismas razones que la de Medicina, y también fue favorecida con un subsidio por el gobierno de Ortiz Rubio.
Las escuelas Normales de Profesores y Profesoras fueron creadas por los revolucionarios Sánchez y Elizondo en 1915. La de maestras tuvo como antecedente la Academia de Niñas fundada en 1886 y la Escuela Práctica Pedagógica de 1901.
En el proyecto de creación de la Universidad Míchoacana estos planteles pasarían a formar parte de la institución, más una escuela Superior de Comercio y Administración, iniciada en 1915; la escuela de Artes y Oficios, de 1885, transformada en Industrial Militar en 1894; la escuela Industrial para señoritas, de 1917; y otras instituciones como: la Biblioteca Pública (1874), el Museo Michoacano (1886); el Observatorio Meteorológico (1904); y un proyectado Museo de la Independencia.
El gobernador quiso vencer la indiferencia del Congreso, y el 8 de octubre de 1918 le dirigió una comunicación en la que pedía a los diputados la designación del rector de la Universidad, pero los representantes populares no atendieron la petición del Ejecutivo, por lo que Ortiz Rubio decidió actuar. Comisionó al doctor Alberto Oviedo Mota para que preparara la entrega de los edificios y pertenencias de los planteles que formarían la Universidad, y que procediera a organizar los trabajos; en calidad de rector provisional.[24]
El doctor Oviedo Mola había sido uno de los principales impulsores de la idea, y de los más activos propagandistas de la Universidad Michoacana; era coautor del proyecto de ley, y hombre de las confianzas de Ortiz Rubio. Además, era un destacado intelectual revolucionario, que sostenía ideas avanzadas respecto a la Universidad, punto en que aventajaba al mismo ingeniero Ortiz Rubio.
Dr. Alberto Oviedo Mota.
El 1 de diciembre se declaró instalado el Consejo Universitario, formado por las siguientes personas en representación de los planteles: Licenciados Adolfo Cano (director), Adolfo Cortés, José Cruz Rodríguez y Luis G. Zumaya, por Jurisprudencia.
Doctores Alberto Oviedo Mota (director) y Rafael Campuzano, por Medicina.
Profesores Ignacio Calderón (director) y coronel Gabriel R. Cervera, por la Normal de Profesores.
Profesora María Rodríguez Gil Vda. de Andrade (directora), por la Normal de Profesoras.
Doctores Manuel Martínez Solórzano (regente) y Enrique Cortés, por el Colegio de San Nicolás.
Profesor Ignacio Mier Arriaga (director), por la Academia de Bellas Artes, recién creada por el gobierno (oficialmente se creó el 28 de diciembre).
Profesora María Calderón (directora), por la Escuela Industrial de Señoritas.
El historiador Manuel Bernal Rodríguez Gil dio estos pormenores del acto: "En el salón de la planta baja, lado norte del patio principal del Colegio de San Nicolás de Hidalgo, adornado a todo lujo y con una numerosa y selecta concurrencia, se celebró solemnemente la inauguración del Consejo Universitario. Los números del programa se compusieron con un escogido concierto preparado al efecto por el distinguido profesor don Ignacio Mier y cinco maestros en diversos instrumentos; la señora Emma Moya Vda. de Sousa ejecutó al piano varias composiciones propias y los demás números los llenaron diversos discursos y la entrega de nombramientos a los honorables miembros del Consejo, así como diplomas y premios a las personas que durante la última peste con toda abnegación y desinterés prestaron sus servicios a multitud de víctimas.[25]
Vale la pena referirnos con algún detenimiento a los discursos de esta ceremonia por cuanto representan la orientación de la Universidad en sus inicios. Hablaron tres oradores: el señor gobernador, el rector y el Secretario de Gobierno, licenciado Adolfo Cortés.
El ingeniero Ortiz Rubio se refirió a la forma en que nació en él la idea de la Universidad, con interesantes datos sobre su formación filosófica y la de "su maestro" Carranza, ambos acólitos del positivismo. Reafirmó su admiración por el sistema universitario de los Estados Unidos, y habló de la oposición que encontró en el Congreso, primero para la fundación de la Universidad y luego para la designación del ingeniero Aragón en la rectoría. Finalmente se refirió a su decisión de nombrar rector y crear definitivamente la institución. Dijo en esta parte de su discurso: "Yo creo llegado el momento de establecer la Universidad y dejar para cuando quieran los señores diputados volver sobre sus pasos: ellos creen que es inoportuno y por consiguiente inconveniente establecer la Universidad; eso prueba que no han estudiado a fondo la cuestión; no se trata de establecer un plantel, sino simplemente la unidad moral, reuniría propiamente en documentos; no es pues un nuevo gasto ni un sacrificio para el estado y sí redundaría en beneficio de la sociedad porque creamos un poder que por sí mismo puede gobernarse y llevar la enseñanza con la energía que es necesaria para el progreso de los pueblos. Sé de una pregunta hecha por uno de los señores diputados encargados de dictaminar sobre este asunto en que ha consultado la opinión de intelectuales morelianos sobre la conveniencia de establecerla Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. No conozco las respuestas, pero probablemente habrán contestado que no es posible y es natural; no son los intelectuales Morris Davis, por desgracia, pues muy pocos están con las ideas nuevas y no quieren romper con los viciados sistemas del pasado; mas también en el Estado hay multitud de inteligencias progresistas que sí están de acuerdo con esta idea noble estoy seguro de que en manos como en las que se encuentra, fructificará y más tarde esta Universidad que ahora nace en tan difíciles circunstancias podrá llegar a dar sabias y grandes enseñanzas no sólo a los michoacanos sino a personas de cualquier otra parte que seguramente concurrirán a sus aulas para poder beber en ellas la luz que es el progreso de la humanidad".
El discurso del rector Oviedo Mota resultó más interesante porque se ubicó claramente en el panorama de la Universidad latinoamericana, y mostró de qué manera las ideas de la reforma universitaria habían penetrado en México y, desde un principio, influían en la primera Casa de Estudios creada por la Revolución en México. Fue un discurso de dirección contraria al de Ortiz Rubio, pues en tanto éste expresaba su admiración por las inocuas instituciones norteamericanas, el rector exaltaba la cultura universitaria como "una entidad viva, pensante, actuante", dinámica en su función transformadora de la sociedad. Recogía las inquietudes de los universitarios argentinos, de José Ingenieros y José Ramos Mejía, que en esos momentos libraban una gran batalla contra las fuerzas oscurantistas de su patria, a partir de la trasformación y reforma de la Universidad. "Los viejos sistemas de ideas cuya inexactitud está probada, no pueden servir de modelo para construir los sistemas nuevos". La voz de Oviedo Mota en el claustro de la naciente Universidad Michoacana recogía un clamor que, en el fondo, era el mismo en Argentina y en México. Largas citas de los autores mencionados, indicaban la filiación de su discurso. Recordaba a Ingenieros en aquellos conceptos certeros: "la ciencia no es hoy un deporte de lujo, sino un instrumento de economía social. La cultura no debe ser un adorno de pocos elegidos sino la preparación para el ejercicio de una función social. La filosofía ha dejado de ser una técnica para disputar sobre lo que se ignora, y debe ser un proceso de ideas generales que iluminen el campo de lo conocido. La Universidad entendida así deja de ser un cónclave misterioso de iniciados para trasformarse en el vehículo que aumente la capacidad del hombre y de la sociedad, frente a la naturaleza, contribuyendo a la felicidad de los hombres sobre la tierra". Estas palabras de Ingenieros, fueron repetidas y subrayadas por el rector de la Universidad de Michoacán, institución nacida autónoma en condiciones diferentes a las que se debatían en la Universidad de Córdoba en esos mismos años.[26]
El licenciado Cortés produjo un discurso sobre historia de la educación, y puso a ésta como la solución mágica de todos los problemas y la esperanza en el futuro de la patria. Recordó a Tiripetío y a fray Alonso de la Veracruz, a don Vasco de Quiroga y al antiguo Colegio que él fundara en Pátzcuaro, y finalmente a la Real y Pontificia Universidad de México, de cuyos frutos hizo pormenorizada relación, aunque apuntó algo que sólo un mezquino positivismo podría señalar respecto a la obra de dicho centro de estudios: "Sí no hubiera existido esa mancha negra [la inquisición] que la religión lleva en su historia, tal vez la Universidad de México hubiera producido más hombres de ciencia y menos literatos.[27]
El 24 de diciembre se reunió por primera vez el Consejo Universitario bajo la presidencia del doctor Oviedo Mota. Entre los acuerdos tomados en esa asamblea merecen destacarse por su importancia:
Los requisitos de admisión. Se pagarán como derechos de inscripción: un peso en cualquier establecimiento, excepto en las Normales, la Industrial para Señoritas, la de Agricultura y la práctica en Ingeniería. La cuota mensual será, en las Escuelas profesionales menos las Normales, entre uno y tres pesos.
Los planes de estudios. Con especificación de los maestros que atenderán cada curso, figuran en las páginas de esta Historia. Debe hacerse notar la existencia de un Instituto de Ciencias Naturales que no figuraba en el decreto de fundación, y que parece hecho a la medida para el doctor Martínez Solórzano; los cursos del doctorado en Derecho; y las diversas Escuelas de Ingenieros planeadas seguramente por Ortiz Rubio con una desbordada imaginación (Topógrafo y Agrónomo, Civil, Mecánico y de Minas). Al respecto, podemos adelantar aquí lo que se dijo en el mismo Consejo Universitario el 31 de enero de 1919: "No se abrieron las Escuelas de ingeniería y Agricultura por falta de alumnos".
Sueldos. Fueron señalados: dos pesos por hora-semana para los maestros, de modo que por 6 horas de clase a la semana un maestro ganaba doce pesos semanarios. El rector tenía asignados diez pesos diarios. No se pagaban vacaciones ni días festivos.
Reglamentos. Se tenían en estudio. Mientras tanto, el rector podía disponer lo necesario, como por ejemplo lo relacionado con becas y supresión de pago de matrícula y cuotas mensuales a los jóvenes de notoria pobreza.[28]
El 10 de enero de 1919 el gobierno, a través de la Tesorería General, con todas las formalidades hizo entrega a la Universidad de los edificios que pasaban a formar parte de su patrimonio:
El Colegio de San Nicolás. En el mismo lugar en que estuvo desde el siglo XVI. Edificio reconstruido entre 1868 y 1882.[29]
Escuela Médica, En el Hospital Civil, edificio inaugurado el 16 de julio de 1901, al final de la que ahora se llama Avenida Francisco I. Madero poniente. (Edificio hoy desaparecido).
Escuela de Jurisprudencia. En la esquina de la misma Avenida (entonces Calle Nacional) y calle Rayón (antes Aldama). Edificio del siglo XVIII. Ahora Casa del Estudiante. Avenida Madero poniente 454.
Escuela Normal de Profesores. Casa reconstruida a finales del siglo XIX, fue la residencia del gobernador Aristeo Mercado. Actualmente es el Palacio del Poder Legislativo.[30]
Escuela Normal de Profesores. Segundo edificio del Seminario de Morelia, inaugurado 1878. Fue incautado por los gobiernos revolucionarios en 1915. Allí mismo se encontraba el Observatorio Meteorológico.
Escuela de Comercio y Administración. Edificio anexo al templo de San José, incautado en 1915 (actualmente Escuela Primaria "Belisario Domínguez"). Antiguo convento de las Teresas. Siglo XIX.
Escueta de Agronomía y Veterinaria. Edificio del exconvento de San Diego. (En la actualidad está allí la Facultad de Derecho). Fue convento de monjes dieguinos. Siglo XVIII.
Escuela Industrial para Señoritas. Edificio que fuera residencia particular y Colegio del Sagrado Corazón. Estuvo allí la Escuela Normal Mixta. Fue sustituido por el que actualmente ocupa la Normal Federal.
Escuela de Artes y Oficios. El hermoso edificio del exconvento de los Jesuitas (hoy Palacio Clavijero). Siglo XVII. Allí se instalaría, además, la Escueta de Ingeniería Civil, y las de Mecánica Automotriz, y Mecánica Agrícola, Industrial y Eléctrica.
Museo Michoacano. Edificio del siglo XVIII. Residencia particular y más tarde Academia de Niñas (1886) y Museo, que permanece en ese mismo lugar. En el mismo edificio funcionó el Instituto de Ciencias Naturales, creado por acuerdo del ingeniero Aragón.
Academia de Bellas Artes. El antiguo edificio del canónigo Belaunzarán. Siglo XVII. Fue Monte de Piedad. Muchos años después estuvo allí la Escuela de Jurisprudencia, y actualmente es la Preparatoria "Melchor Ocampo".
Arquitectura. Edificio que fue del Colegio de San Vicente y temporalmente Seminario. Allí funciona actualmente la Escuela Popular de Bellas Artes.
A estos edificios, destinados a albergar los planteles universitarios que se indican, se agregó el Teatro Ocampo, antiguo Coliseo de la época colonia!, reconstruido varias veces en el siglo XIX y en el actual.[31]
Se le dieron a la Universidad terrenos para la Escuela Práctica de Agricultura, en el asilo "Narciso Mendoza", cedidos por el Ayuntamiento junto al templo de la Visitación en el bosque Cuauhtémoc, Para este plantel, el gobierno recibió un legado de la señora Virginia Cañas y Dávalos, cuya testamentaría estaba arreglándose a fin de saber su monto. Se inclinaba el gobernador porque esa Escuela llevara el nombre de la generosa donante.
Se iniciaron formalmente los cursos el 15 de enero de 1919, comunicándose este hecho a los gobiernos de los Estados, a las Universidades y Sociedades científicas de todo el mundo y al gobierno de la República.
Pero todo se hacía de manera provisional, pues el Congreso no daba respuesta a la comunicación del gobernador, y permanecía insensible ante la evidencia de que ya existía la Universidad de hecho; o tal vez esperaban ver los primeros resultados de aquel ensayo general. Entre tanto, varios diputados hablaban, con desdén, de la "llamada Universidad".
Por fin, tras nuevas instancias del Ejecutivo, el 30 de mayo se aprobó el decreto 57 en el cual se designaba rector de la Universidad Michoacana al profesor José Jara Peregrina, originario de Tecamachalco, en el Estado de Puebla, donde nació en 1867, Era un antiguo maestro del Colegio de San Nicolás, plantel en el que impartía clases de dibujo y pintura desde 1891. Había estudiado en la Academia de San Carlos, donde fue discípulo de Velasco, Rebull, Pina y Parra. En 1889 obtuvo el primer lugar en la Bienal, y participó en la Exposición Universal de París. Este fue el primer rector legal de nuestra Universidad.[32]
En el mismo decreto se designaron los directores de los establecimientos universitarios, que eran los mismos del año anterior, con las excepciones del Colegio de San Nicolás, cuyo regente era ahora el doctor Enrique Cortés; y la Escuela de Medicina, a cargo del doctor Crisanto Esquivel (como renunció, en decreto 58, del 2 de junio, el Congreso nombró al doctor Rafael Campuzano).
Estos funcionarios acompañaron a su rector el 2 de junio en que rindieron ante el Congreso la protesta de ley.[33]
El rector Jara, después del juramento-protesta de rigor, se dirigió al Congreso para solicitar que cuanto antes se expidiera la Ley Constitutiva de la Universidad. La comunicación fue turnada a la Comisión de Instrucción Pública, presidida por el diputado Primo Serranía Mercado. El 4 de julio de 1919, la Comisión presentó un proyecto de Ley, y pidió que se discuta de inmediato con el fin de que en la institución no se repitan los hechos "ocurridos durante el semestre que funcionó de manera provisional, pues a ninguno de vosotros se os oculta que la decantada autonomía de que quiso investírsele desde su fundación, no pasaba de ser una quimera, toda vez que se le tendría sujeta por el lado económico, lado principal de su existencia". El señor diputado exhorta a sus colegas a la pronta expedición de la Ley que debe sentar las bases de su funcionamiento, debiendo estar lo más alejada que sea posible de las esferas oficiales, "cuya intervención en la actualidad se hace cada día más desastrosa en la instrucción pública".[34]
Prof. José Jara P.
Por fin, después de algunas discusiones, el Congreso local aprobó el 1o de agosto, la Ley Constitutiva de dicha Casa de Estudios, documento basado ya en la realidad. Aunque se sostenía el principio de autonomía, ésta quedaba limitada a los aspectos técnicos y de investigación científica, así como a la facultad de renovar sus autoridades mediante un proceso interno que se iniciaba en las Asambleas Facultativas, que eran reuniones de profesores presididas por el director y el secretario de cada plantel, y culminaba con la Asamblea General o sea la reunión de todos los directores y profesores para nombrar al rector, quien a su vez nombraría a los directores y maestros. El rector duraría cuatro años en el cargo. La enseñanza sería gratuita en todos los planteles, menos en las Facultades donde algo habría que pagar, según lo determinara el Consejo. A esta conclusión se llegó por la experiencia de los primeros meses, pues las cuotas señaladas en un principio no pudieron pagarse por los alumnos; declaraba el rector Jara que las había dejado sin efecto, "dada la notoria pobreza de la mayor parte los educandos", y que algunos se habían separado de los estudios por no poder pagar dichas cuotas. En suma, la Universidad sería sostenida por el Estado. Así lo establecía el artículo 27 de la Ley Constitutiva, aunque decía "mientras aquella no pueda disponer de recursos propios suficientes".[35]
La situación de los planteles en los primeros cuatro meses de vida universitaria no fue muy halagüeña. Las autoridades encontraron, en el aspecto material, que la mayoría de los edificios requerían reparaciones urgentes, y que no había inventarios de muebles, libros, aparatos, etc., y que algunas cosas se habían perdido en los sucesivos cambios de autoridades, sobre todo en Medicina y Jurisprudencia. Había desorden administrativo; por disposiciones del rector Oviedo Mota, los alumnos de todas las escuelas habían sido inscritos en el Colegio de San Nicolás en forma global, y no se sabía con precisión quiénes eran alumnos y de qué planteles. En el aspecto docente, no se encontraba maestro para la Filosofía del Derecho, materia creada por el rector Aragón —así lo dice Jara—, dato que corrobora la intervención que alcanzó a tener don Agustín en la elaboración de los planes de estudios de la Universidad. Además, el curso de Medicina Legal, introducido por Oviedo Mota, había fracasado por falta de alumnos. En la Escuela Normal de Profesores, la población había quedado reducida a 19 alumnos porque la mayoría había desertado por la suspensión de pago de las becas, sin lo cual los alumnos, sobre todo los foráneos, no pudieron sostenerse. Y para colmo, en el Colegio de San Nicolás había indisciplina estudiantil, lo que obligó a las autoridades a trasladar algunas cátedras al Museo Michoacano, No obstante, informó el rector Jara que los exámenes ordinarios se llevaron a cabo con toda normalidad, igual que los profesionales.[36]
La creación de la Escuela de Agricultura y su inclusión entre los planteles de la Universidad, tenía sus antecedentes en los proyectos de Melchor Ocampo a mediados del siglo XIX. Al prócer liberal le parecía que una entidad eminentemente agrícola como Michoacán debería contar con una institución educativa donde se prepararan agricultores técnicos que mejoraran la producción e introdujeran nuevos cultivos. Por circunstancias políticas de inestabilidad de los gobiernos, nada pudo hacer Ocampo para hacer avanzar su proyecto. Años más tarde Epitacio Huerta hizo el intento de crear una Escuela de Agricultura, y los resultados fueron nulos. Los gobernantes de la Revolución promovieron esa misma idea, basándola en idénticas razones, y sus propósitos, hasta 1919, no tuvieron éxito. En todos los casos se manejó el argumento de que el Estado de Michoacán era, en gran parte agrícola; no reparaban los promotores de estos planes educativos que la formación de técnicos agrícolas debería ir acompañada de una transformación en el régimen de tenencia de la tierra. Para el hacendado del siglo XIX y principios del actual, el mejoramiento de la producción sólo podía basarse en una mayor explotación del trabajo de sus peones y en los dones de la Providencia que les deparaba buenas lluvias; despreciaban las técnicas modernas y, con pocas excepciones, sólo perseguían su rápido y seguro enriquecimiento.
El gobierno de Ortiz Rubio impulsó la creación de una Escuela de Agricultura, pero sin recursos suficientes se limitó a pedir a la Secretaría de Agricultura un técnico y poner a su disposición algunos terrenos donde mostrara a los niños y jóvenes de las escuelas de Morelia, Zamora, Jiquilpan y Zitácuaro "los conocimientos que los pongan pronto en aptitud de asimilarse la enseñanza agrícola experimental. Este plantel, ahora naciente, es sin duda alguna el semillero donde se desarrollarán y germinarán las ideas nuevas en materia de agricultura, que traerán la riqueza agrícola michoacana". Las clases estuvieron a cargo de Daniel Valera. invitó también al "apóstol del maíz" —tal vez el que inició la lista de ellos— Zeferino Domínguez, para que diera conferencias en Morelia, Uruapan, Pátzcuaro, Maravatío y Zitácuaro. Y también pidió a la Secretaría de Industria, Comercio y Trabajo otro conferencista, y vino Francisco M. Ortiz, que era Director de Progreso Agrícola; él habló en los centros industriales y en las escuelas oficiales.[37]
NOTAS
[1] J. Romero Flores. Michoacán en la Revolución, p. 274. Se refiere al Corl. Antonio Márquez de la Mora, que representaba a grupos independientes y algunos miembros del Partido Católico.
[2] F. C. Ramírez. Carta abierta. .., p. 5.
[3] F. C. Ramírez. La verdad..., p. 38.
[4] F. C. Ramírez. Carla abierta. .., pp. 5-9. En 1913 Regalado se había dirigido al
general G. Sánchez, en representación de los pueblos indígenas de Michoacán,
en demanda de deslinde y reparto de las tierras comunales, como exigencia de
la Revolución. G. Magaña. Zapata y el agrarismo. .., t. IV, p. 281. Regalado
fue asesinado por los enemigos de la causa agraria el 13 de diciembre de 1917.
[5] A. Martínez Música. Isaac Arriaga. .., pp. 113-115.
[6] J. Valdovinos Garza. 3 capítulos..., p. 30.
[7] Los integrantes de la XXXVI Legislatura fueron: Salvador Herrejón, Carlos
García de León, Francisco R. Córdoba (Morelia); Elias Contreras (Zinapécuaro);
Timoteo Guerrero (Maravatío); Miguel Reyes (Zitácuaro); Sidronio Sánchez Pineda (Huetamo); Francisco A. Martínez, suplente de Joaquín Silva (Tacámbaro); Carlos Pérez, suplente de Martín Castrejón (Ario): Félix C. Ramírez (Pátz-euaro); Joaquín Silva (Uruapan): Manuel Pimentel (Coalcomán): Fernando R. Castellanos (Jiquilpanl, Miguel Jiménez, suplente de Adolfo Cortés (Zamora): Vicente Gutiérrez (La Piedad): y J, Encarnación Vázquez ( Puruandiro).
[8] M. Bernal. Universidad Michoacana. . .. p. 94.
[9] lbid., pp, 16-21.
[10] Ibid., pp. 22-28.
[11] Ibid.. pp, 34-36.
[12] La discusión quedó registrada en el t. I. acta 29. pp. 177-217, del Archivo del
Congreso del Estado. Un resumen en Bernal, op. cit., pp. 38-66.
[13] El día 13 de octubre, al discutirse el presupuesto del Estado, el Congreso incluyó en Gastos Generales una partida para la Universidad. T. 1, acta 43. p. 234.
Archivo del Congreso. El decreto de fundación en Recopilación.. .. t. XLIV,
pp. 132-135; y en Bernal, op. cit., pp. 67-70.
[14] "El Universal" de la ciudad de México, 16 de nov. de 1917. Lo reproduce Ber
nal, op. cit., pp. 71-75.
[15] El primer Congreso Nacional de Estudiantes se reunió en julio de I9H). Appendini. Historia de la Universidad Nacional. . . El Congreso de Estudiantes de Morelia propuso al licenciado Adolfo Cano como rector, "Por su talento indiscutible, sus profundos conocimientos, sus ideas avanzadas y la alta estimación de que goza entre los estudiantes". 25 de octubre de 1917. Arch. del Congreso. La petición se consigna en el acta 50, del 27 de octubre. Los días 5 y 6 de octubre se discute la personalidad de Cano y Aragón; Se da lectura a una carta de éste, del 4 de septiembre, en la que manifiesta que no puede abandonar la capital del país. Acta 56, Archivo del Congreso del Estado.
[16] Archivo de la Universidad Michoacana. Los alumnos que propusieron al ingeniero Aragón fueron: Antonio y José Campuzano. y Jesús M. Sotelo, los tres de
Jurisprudencia. Archivo del Congreso del Estado.
[17] La condición impuesta por Aragón era violatoria del artículo 128 de la Constitución del país. La aceptación del cargo le obligaba a rendir la protesta de ley.
El Congreso discutió las designaciones de directores; sesiones del 7. 9, 10 y 12
de noviembre. Actas 57, 59 y 60, Como antecedente, las alumnas de la Escuela
Normal habían pedido el nombramiento de lo profesora Ma. Dolores Calderón
en lugar de María Rodríguez Gil. pero los diputados no tomaron en cuenta el
escrito. Acta 50. de 27 de octubre. Archivo del Congreso del Estado. Las otras
designaciones fueron hechas por Aragón. A. Farfán Ríos. Articulo en El centavo, Núm. 72, pp. 30-34.
[18] La carta en el Archivo del Congreso. Se reprodujo completa en Bernal, pp. 80-81.
[19] Se designó una comisión que debería dictaminar de inmediato. La integraron los
diputados Joaquín Silva. Félix C. Ramírez y Elías Contreras. La diputación federal se dirigió a la estatal para protestar por la actitud de Aragón, Acta 85, 10
de diciembre, t. II. p. 22. Archivo del Congreso del Estado. Bernal asegura que
el dictamen fue aprobado el 2 de diciembre, pero fue el 24, según se asentó en el
acta 93 de esa fecha, t. II. pp. 67-68.
[20] La comisión del Congreso debería dictaminar Únicamente sobre la renuncia de
Aragón; sin embargo extendió sus facultades hasta suspender el cumplimiento de la ley que creó la Universidad. Esto provocó encendidos debates. Acta 92. 22 de diciembre, i. IT, pp. 62-63. Archivo del Congreso.
[21] Obras completas del doctor José Torres Orozco. T. II, prólogo de Samuel Ramos, p. 9.
[22] Ibid. Estudio biográfico, por el doctor Juan Hernández Luna. T. I, pp. 102-103.
Los programas de las materias mencionadas, en el tomo IV de sus Obras.
[23] Informe del gobernador. Ing. P. Ortiz Rubio. Archivo del Ejecutivo del Estado.
Los ingresos: $1'390,688.46. Egresos: $I,469,950.14.
[24] La designación de Oviedo Mota fue el 23 de octubre de 1918, fecha en que lo
comunicó al Congreso. El lo. de diciembre se hizo la instalación del Consejo
Universitario. En algunos documentos se le llama "rector honorario".
[25] Bernal, op. cit., p. 98.
[26] Ver. El discurso completo en los apéndices de este libro.
[27] Bernal, op. cit., pp. 142-154.
[28] Libro de actas del Consejo Universitario. T. 1. Archivo de la Universidad Michoacana.
[29] El edificio del Colegio Primitivo de San Nicolás, en Pátzcuaro, así como el del
Seminario Conciliar en la misma ciudad, se hallaban en litigio. El Ayuntamiento
los reclamaba, por habérselos cedido la Federación en 1857; y el Estado los reconocía como suyos y estaba dispuesto a entregarlos a la Universidad. Archivo
de la Universidad Michoacana. 1917.
[30] La entrega del edificio se hizo con todo y objetos que allí se guardaban, según
consta en inventario levantado por el tesorero de la Universidad. Salvador Franco López. 17 de diciembre de 1918. Archivo de la Universidad Michoacana.
[31] Aunque el Teatro Ocampo fue entregado a la Universidad, el gobierno del Estado lo había rentado con anterioridad a una compañía de opereta y zarzuela, que pagaba $150.00 mensuales de renta. Archivo de la Universidad Michoacana.
[32] Decreto 57. promulgado el 2 de junio de 1919. Bernal, op. cit. (edic. 1980),
pp. 147-148.
[33] Ibid., pp. 149-150.
[34] Oficio 1240 del rector Jara dirigido al Congreso. Archivo.
[35] Decrelo 74. promulgado el II de agosto de 1919. Ley Constitutiva de la
Universidad Michoacana. 1919. Bernal. op. cit., (1980), pp. 191-198.
[36] Informe del rector Jara al Consejo. Bernal, op. cit., (1980), pp. 171-176.
[37] Informe del gobernador, cit.