Historia del Colegio de San Nicolás

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VI LA POSTGUERRA. LA UNIVERSIDAD EN CRISIS 

VI

LA POSTGUERRA. LA UNIVERSIDAD EN CRISIS

 

El gobierno de Mendoza Pardo.—Nuevamente es rector el doctor Gallegos.—Fin de la guerra.—El alemanismo.—La campaña anticomunista.—El presupuesto de la Universidad se mantiene inalterable.—Movimiento de reforma universi­taria.—Renuncia del rector.—Es designado el ingeniero Por­firio García de León.—Un teatro de ballet.—Los estudiantes protestan.—Muerte de Abarca y Tavera.—Se atribuye la agitación a los comunistas.—Cae el gobernador.—El doctor Pineda Ortuño, rector.—Se estudia la modificación de la Ley Orgánica.—Es electo gobernador el general Dámaso Cárde­nas.—Torres Fraga, rector.—Movimientos contra él.—La sucesión presidencial.—Actitud de los nicolaitas.—La expul­sión de estudiantes católicos.—Rómulo Gallegos radica en Morelia.—Bicentenario del natalicio de Hidalgo.—Una fiesta de la palabra.—Actos de violencia.—El licenciado Gálvez Bravo, rector.—El gobierno del licenciado Franco Rodrí­guez.—Un mayor presupuesto.—El licenciado Estrada, rec­tor.—El Presidente López Mateos es Doctor Honoris Causa de nuestra Universidad.—Proyectos de nueva Ley Orgáni­ca.—Se aprueba.—Se designa rector al doctor De Gortari.

 

La llegada del licenciado Mendoza Pardo al gobierno de Michoacán no despertó entusiasmo. Se le conocía como un hombre recto, de extrac­ción humilde, maestro en sus años juveniles en el Colegio de San Nicolás, muy apegado al cumplimiento de su deber, pero demasiado rígido, forma­lista y ahorrativo, y, además, amante de criticar sin recato a todas las personas que tenía a su alcance, aun a sus más cercanos colaboradores, autoapreciándose como un dechado de virtudes. Había desempeñado con regular eficiencia el cargo de Secretario General de Gobierno en la administración del general Magaña; después fue ministro de la Su­prema Corte, de donde surgió re­pentinamente para eL más alto cargo político de su Estado, apo­yado por el grupo que libraba en Michoacán una fuerte campaña contra las organizaciones de iz­quierda; en lugar destacado de ese grupo figuraba Victoriano Anguiano, el combativo exrector de la Universidad nicolaita.

Dr.  Víctor  Fernando  Nieto.

 

Desde el comienzo de su administración colocó en puestos importantes a los principales "anguianistas" para ir a tono con la política del Presidente Ávila Camacho que, con Jaime Torres Bodet al frente de la SEP, había modificado el artículo tercero constitucional dándole un contenido democrático y nacionalista en vez de la orientación socialista. La Universidad Michoacana conservó en su Ley suprema los principios del socialismo científico, aun con las imprecisiones que se han señalado.

Pero aun dentro de ese marco jurídico, el gobernador intervino con las facultades que tenía, para la designación del rector. Desde abril de 1944 desempeñaba el cargo el doctor Víctor Femando Nieto, nombrado para sustituir a don José Rubén Romero (marzo de 1944). Al doctor Nieto correspondió la tarea de completar la pacificación de la Universidad; tarea lenta que requirió habilidad y buen juicio, cualidades de las que no careció el doctor Nieto. Su rectorado fue breve, sobre todo porque llegaba un nuevo gobernante en la entidad, y éste quería fijar a la institución su propio rumbo. Fue designado para sustituir a Nieto el doctor José Gallegos del Río, quien por segunda ocasión ocupaba ese cargo. Gallegos era un hombre emprendedor, poco inclinado a la especulación y a la retórica; se preciaba de ser un funcionario práctico, y huía de las cuestiones teóricas y las discusiones ideológicas; era un técnico más que un humanista. Por su tendencia hacia las construcciones materiales, en su primera actuación al frente de la Casa de Estudios (1938-1939) los estudiantes le acomodaban motes hirientes que no mereció. Su segunda aparición, ahora en el periodo gubernativo de Mendoza Pardo, era sintomática de la dirección que el gobernante quería imprimir a la Universidad y a la entidad.[1]

La obra de Mendoza Pardo fue constructiva. No obstante las adversas condiciones económicas de su primer año de gobierno, por las circunstancias de la guerra; en todo el Estado se fincaron escuelas, caminos, obras de pequeña irrigación, centros de atención médica y bibliotecas. La capital, que no contaba con edificios escolares adecuados y modernos, tuvo en esta administración varios que aun están en servicio. Sin lugar a dudas, fue un gran constructor, y aún administrador eficiente y honrado; bajo su gobierno se consiguieron controles presupuéstales jamás ejercidos, llegándose a una minuciosa vigilancia de las obras que se emprendían, y que el gobernador tomó a su cargo de manera personal y permanente. Atraído por las actividades artísticas (en su juventud fue dibujante y pintor) contrataba concertistas, músicos y cantantes, y era sabido que sus hijos tocaban instrumentos musicales y danzaban. Pero entre sus virtudes no estaba la política, pues no buscaba la opinión ni el apoyo del pueblo, y sus buenas acciones quedaban como adorno para la contemplación y no como función vital que satisficiera exigencias de  la comunidad.[2]

La guerra dio un toque de sobriedad y austeridad a los actos del gobier­no. La situación fue muy dura sobre todo para las naciones que soportaron el peso de la contienda. Con el apoyo de los "colaboracionistas", el poderío del nazismo se había extendido en Europa antes de lanzarse contra la URSS. Los pueblos involucrados pidieron durante mucho tiempo la apertura de un Segundo Frente en el occidente, convencidos de que los nazis no sólo eran enemigos del comunismo sino de toda la humanidad; y fue hasta 1944 que se abrió la lucha decisiva en las playas de Normandía, cuando el Ejército Rojo ya había roto el poderío de las fuerzas alemanas en la épica resistencia de Stalingrado, hazaña increíble de un pueblo he­roico decidido a vivir.

Al aproximarse la derrota del nazismo, las potencias aliadas empezaron a organizarse para el triunfo. La Conferencia de Yalta entre los jefes de Estado (Inglaterra, Francia, la URSS y los Estados Unidos) dio forma a una reunión de representantes de todas las naciones libres en San Fran­cisco, de la Unión Americana. El 25 de abril se formó la Organización de las Naciones Unidas  (ONU). Derrotados los nazis en los campos de batalla, se rindieron el 6 de mayo de 1945, y el día 8 se proclamó en todo el mundo el Día de la Victoria, saludado como una esperanza.

Desgraciadamente ese triunfo de las naciones aliadas se vio ensombrecido con uno de los hechos más pavorosos de nuestro siglo. Los Estados Unidos hicieron detonar sendas bombas atómicas en las poblaciones de Hiroshima y Nagasaki (6 de agosto), en Japón, que causaron miles de víctimas inocentes, mujeres, niños y ancianos no combatientes. Tras este genocidio condenable, el ejército japonés y su gobierno acordaron la rendición a muy alto costo.

La participación de los países de la América Latina en el curso de la guerra fue casi nula en el aspecto militar, aunque muy importante en el or­den económico. Fuimos los proveedores insustituibles de materias primas y mano de obra barata para el gran aparato industrial que se requería en esos años de lucha contra el nazismo. Más que nunca, nuestra América fue dependiente del poderío imperial entonces disfrazado de salvador de la humanidad. Sincera, honesta y lealmente fuimos, en esa forma, artífices de la victoria; pero al concluir la guerra contemplamos con desencanto que las cadenas que nos oprimían eran aun más pesadas. En varios países americanos las oligarquías criollas, protegidas por el imperio corruptor, continuaban con mayor empeño en su tarea de martirizar a los luchadores sociales y enriquecerse escandalosamente. México fue uno de esos países. Defensor de la causa democrática, había seguido a Manuel Ávila Camacho y a Lázaro Cárdenas en la defensa de su territorio como parte del patri­monio común; pero, terminada la guerra, los representantes de la burguesía lacaya del imperialismo llegaron al poder, y nuestra nación presenció los hechos más escandalosos de enriquecimiento personal de los funcionarios públicos, y la persecución y e! crimen contra los mejores hombres de Mé­xico. Personalidades indiscutibles fueron condenadas por el gobierno de Miguel Alemán, a la vez que se abrían las puertas al gran capital extranjero para que continuara succionando la riqueza del país. Entre los perseguidos se encontró el gran ex Presidente Lázaro Cárdenas. A disminuir su figura y a impedirle la expresión de sus ideas se encaminaron las acciones del gobierno alemanista. Se le atacó por las obras que emprendía y super­visaba en la cuenca del Tepalcatepec, y el Congreso pacifista que él presidió fue tachado de comunista, no obstante que en él participaron hombres de todos los matices ideológicos pero amantes y defensores de la paz.[3]

El gobernador Mendoza Pardo siguió una línea discreta de tipo "cardenísta". Sin declaraciones ni campañas publicitarias se adhirió a la figura y al ejemplo de Cárdenas, sobre todo a sus trabajos en el área del río Tepalcatepec que incorporaron a la producción muy abundantes recursos.

Las relaciones del gobierno con la Universidad fueron cordiales, pese a que el  gobernador se empecinó en  mantener inalterable  el subsidio estatal. Con el transcurso del tiempo resultaba insuficiente la cantidad de $212.000.00 que entregaba a la Casa  de Estudios.  La Federación,  por parte, tampoco elevó el subsidio durante los años de 1945 y 1946, pero sí lo hizo en 1947 y 1948 en que pasó de $ 200.000.00 a $ 225.000.00 y $250.000.00, respectivamente.

No obstante la precaria situación económica la institución no interrumpió sus labores. La prensa local le dio siempre su apoyo, y censuró duramente al gobernante ahorrativo pero poco eficaz para resolver problemas urgentes. El "Diario de Michoacán", de Morelia, publicó el 20 de abril de 1946 una Carta Abierta al gobernador, en la que le reprocharon su pasividad ante el hambre del pueblo y el "mercado negro" de víveres, en tanto que la Tesorería del Estado se convertía en un depósito donde se guardaban ava­ramente los dineros, decían, que si no tenía en que gastarlos los devolviera a los municipios. Respecto a la Universidad le recordaban que él era egre­sado de esa antigua Casa, "y tiene de rector a un albañil"; decía que esto "es de su parte o desprecio a la educación de la juventud o desentendi­miento del porvenir intelectual de Michoacán". Como se conocían los planes de Mendoza Pardo para la construcción de un teatro lujoso destinado a funciones universitarias, los periodistas firmantes de la Carta Abierta (Carlos Garduño y Daniel Cadena Z.) conminaban al gobernador: "Déjese usted de paraninfos, que no son sino ornato estéril en donde no hay espíritu uni­versitario; destine ese dinero gastado superfluamente para mejor pagar a los maestros universitarios; haga usted que recobren la dignidad exterior que da una situación económica resuelta para que cumplan mejor con su noble misión".[4]

La carta de los periodistas produjo conmoción entre los universitarios que iniciaron un movimiento de reforma cuyo primer paso era la remoción del rector Gallegos. En la ceremonia tradicional del 8 de mayo habló a nombre de los ex alumnos el licenciado Salvador Pineda, y sus palabras fueron una incitación a la rebeldía contra las autoridades y en favor de la Reforma Universitaria: "No he venido a traer paz a las conciencias sino a poner fuego en los corazones y a exaltar los nobles postulados de la reforma universitaria", dijo; y refiriéndose a su Universidad afirmó que vivía en forma vegetativa, entregada como carga molesta "en manos de indoctos titulares, incapaces de  conducir la nave hacia rutas seguras y puertos  venturosos";  y concluyó dirigiéndose a los estudiantes:   "Yo   os aconsejo la rebeldía y la inconformidad contra todo lo que pretenda anquilosar vuestros impulsos de acercamiento hacia la luz y la razón", inquietudes que no deberían confundir con el desorden ni la apatía; era un llamado, dijo, al estudio y al trabajo para construir una Universidad moderna, acorde con su tiempo y capaz de contribuir a la construcción de  una nueva sociedad; recomendaba a los nicolaitas: "asaltad la tribuna y decid en ella vuestra palabra juvenil; asistid a las cátedras, pero exponed vuestras opinio­nes y defended con calor vuestras ideas; discutid en las calles, en las bancas o en los paseos los problemas de palpitante actualidad; escribid en periódicos y revistas la síntesis expresiva de vuestra cosecha intelectual. . ." En suma, un llamado a la acción renovadora.[5]

Después de ese discurso, la salida del rector era segura. Un manifiesto suscrito por un grupo de maestros y alumnos (12 de junio) pidió su remoción acusándole de violaciones a la Ley Orgánica, de reprimir la expresión de las ideas y de pertenecer a grupos reaccionarios, cargos que se lanzaron sin prueba alguna. Por su parte, el doctor Alberto Oviedo Mota envió una carta pública al Secretario General de Gobierno (13 de junio) para pedir la renuncia del rector por inepto, según dijo, y por ahorrativo, acusación esta última que debería haberse hecho de igual modo contra el gobernador que era un experto en ello.[6]

En varios documentos de esta época se habla de sustituir al rector por una Junta Directiva con el propósito de implantar un régimen más democrático, y contradictoriamente, se habla de autonomía universitaria y de una mayor responsabilidad del Estado en el sostenimiento de la institución. Todos parecen coincidir en que corresponde al gobierno local dar el mayor impulso a la Universidad; hasta parece que el mismo Mendoza Pardo llegó a expresar esa idea, aunque al pedirle dinero siempre lo negaba.

 

El 13 de julio, después de una huelga que duró varias semanas, el doc­tor Gallegos renunció, y fue designado por el gobernador, como nuevo rector, el ingeniero Porfirio García de León, Jr., quien pertenecía al grupo reformista. Al aceptar el cargo (13 de julio) se comprometió a elevar los sueldos del profesorado, normalizar los cursos académicos, revisar la Ley Orgánica y abrir de nuevo las Casas del Estudiante. Para cumplir esos compromisos requería una ampliación del presupuesto, pero no encontró apoyo en el gobernador, quien se negó sistemáticamente a dar más de los $ 212.000.00 anuales que se entregaban desde 1944, es decir desde que se hizo cargo del gobierno.[7]

AI tomar posesión de su cargo en un acto de  masas en el Colegio de San Nicolás, el nuevo rector presentó ante la comunidad universitaria las necesidades de la Casa de Estudios y los medios de resolverlas. Se vislumbraban dos soluciones: una, que la institución contara con un patrimonio propio que le permitiera vivir con auténtica autonomía; o bien, que el Estado le  brindara una ayuda amplia en cumplimiento de sus obligaciones de servir a la  educación popular por su filiación revolucionaria. Por el primer camino, dijo García de León, había el peligro de transformar la Universidad en una institución privada, fiel a los dictados de quienes ponían el capital y con abandono del espíritu progresista que siempre había tenido; era preferible la segunda solución, es decir la de quedar supeditada al Es­tado, "pero a condición de que el Estado siga representando la tesis de la Revolución Mexicana".[8]

Ing. Porfirio Garcia de León.

 

Al finalizar el año de 1946, precisamente el 31 de diciembre, el Consejo Universitario acordó que el rector se dirigiera al gobernador pidiéndole que, por su conducto, se hiciera llegar al Congreso local una iniciativa de modificación a la fracción "d" del artículo 9o. que se refería al sostenimiento de la Universidad, en este caso el "subsidio legal que el Estado de Michoacán le asignará anualmente en el Presupuesto de Egresos, el cual será entregado a la Universidad por quincenas proporcionales al monto total". El rector en­vió la comunicación a Mendoza Pardo el 8 de enero, y en ella expuso ampliamente la necesidad de modificar esa fracción agregándole que dicho subsidio "no será menor del cuatro por ciento del Presupuesto de Egresos del propio Estado". En los considerandos del proyecto dice el rec­tor: "Debe convencerse al Estado de que, previo el abandono de las posturas de pseudoautonomía,  las Universidades como la  nuestra son, y deben ser, el principal vehículo para la enseñanza superior, la investigación científica y la difusión de la cultura, funciones todas que competen al propio Estado", y a partir de esa obligación debe hacerse cargo de los gastos que esas funciones representan. El gobierno federal aumentó los sueldos a sus maestros en más del 300% (con relación a 1939) y los profesores de la Universidad Michoacana ganaban lo mismo que en 1925, es decir un peso con cincuenta centavos por hora de clase; era justo aumentarles por lo menos un 50%. Se pedía para la Universidad un presupuesto de $ 607.228.38 para 1947 con el fin de atender las más urgentes necesidades de los diversos planteles y servicios, para hacer la reapertura de la Escuela de Comercio y Administración y la casa del Estudiante. No era exagerada esa cantidad porque el Estado de Michoacán había aumentado sus ingresos en más de tres millones en los últimos cuatro años o sea un 60%, que le había permitido incrementar en un 45% sus partidas destinadas a educación, en tanto que la Universidad sólo recibía un 0.5% en el subsidio.[9]

Los argumentos de las autoridades universitarias no hicieron mella en el ánimo del gobernador, y no envió el proyecto de ley que se le proponía. El gobierno federal comprendió el problema y aumentó $25.000.00 al subsidio de $ 200.000.00 que venía entregando desde 1945. En 1948 au­mentó la federación otros $ 25.000.00 con lo que llegó a $ 250.000.00. Sólo el gobernador no quiso atender el problema.

No obstante la precaria situación de sus finanzas, durante 1947 se atendió un mayor número de alumnos; de 1064 que había en el año anterior, se llegó a 1723. La Casa del Estudiante se reabrió con 41 becados (23 de mayo) y al finalizar el año tenía 155; se hicieron reparaciones a San Nicolás, la Secundaria, Bellas Artes y Derecho, y se atendieron instalacio­nes de los laboratorios de Histología y Resistencia de Materiales, así como la Biblioteca Pública.[10]

En el mes de julio se fundó la Escuela de Verano para estudiantes temporales de procedencia extranjera, con 47 alumnos. La secundaria mixta que funcionaba en el antiguo Seminario (San José) se transformó en varonil únicamente, y se creó la secundaria femenil en el edificio de la Av. Madero y Rayón, recién desocupado por la XXI Zona Militar. Y se regularizó el acuerdo que había segregado ilegalmente a la Escuela Normal del seno de la Universidad, formalizándose la separación con sus correspondientes inventarios (22 de abril).[11]

El año de 1948 fue relativamente tranquilo, salvo un conflicto interno en la Escuela de Medicina en el mes de septiembre. Los maestros propusieron un director y el Consejo Universitario nombró a uno distinto. Las labores en el resto continuaron como de costumbre, sin que fuera visible ningún cambio que hiciera presentir la reforma anunciada con tanto ímpetu. El 8 de mayo se otorgó al doctor Ignacio Chávez el título de Rector Honorario de la Universidad, distinción a la que correspondió Chávez con sencillo y breve discurso que fue una llamada de atención para los jóvenes: “Quiero recordar a los alumnos de esta casa, aquí donde el niño se vuelve joven y donde el joven se vuelve hombre, que el estudiante no tiene la vida sino una fórmula de triunfo, hecha de trabajo obstinado, de fe que no admite desalientos y sobre todo, de pasión generosa que ignora la mezquindad humana. El triunfo así no llega como un regalo de la vida ni como una sorpresa. No es algo que se entrega sino que se conquista, es premio que no se brinda sino que se merece".[12]

Los ideales reformistas se alejaban, se tornaban más irrealizables a medida que el tiempo transcurría y el dinero alcanzaba menos por la devaluación de la moneda impuesta por el gobierno de Miguel Alemán; la democratización de la vida universitaria quedaba como una utopía. De un programa ambicioso de conferencias y cursillos apenas se cubrió una parte; vinieron Rafael Heliodoro Valle y Gutierre Tibón; este último impartió un curso breve de lingüística, y mereció que el Consejo Universitario le con­firiera el grado de Doctor Honoris Causa (11 de octubre de 1946). A los cursos de Verano de 1948 concurrieron algunos conferencistas: Ceferino Palencia, Francisco Núñez Chávez, Makedonio Garza, Wigberto Jiménez Moreno,  Alberto Escalona Ramos y Wilberto L. Cantón.[13]

El gobernador Mendoza Pardo, lejos de acceder siquiera a tramitar el proyecto que se le envió a principios de 1947, se dedicó a difamar de las autoridades universitarias calificándolas de dispendiosas e incompetentes. En reuniones privadas con los diputados comentó desfavorablemente la situación universitaria; señalaba un desfalco en los gastos del 8 de mayo, la mala distribución de $ 75.000.00 del presupuesto, la falta de pago a los maestros extranjeros de la Escuela de Verano, además de la incompetencia de los profesores y el relajamiento de la disciplina. Estas opiniones del gobernante llegaron al conocimiento de los universitarios, y el rector García de León, en una enérgica carta del 14 de febrero de 1949, le reprochó su ligereza y le acompañó pruebas de que faltaba a la verdad. Las relaciones Universidad-gobierno quedaban rotas; sin embargo, habrían de transcurrir algunos meses antes del enfrentamiento definitivo.[14]

El 23 de julio se comenzó a discutir en el Congreso un proyecto de ley que autorizaba al gobernador para la construcción de un teatro al aire libre  para funciones de  ballet, con un costo de un millón   de  pesos. E| gobierno había contratado al bailarín Sergio Franco para que asesorara un cuerpo de  ballet en  el que figuraba una hija del gobernador.   La  noticia de este proyecto (se colocó la primera piedra en un terreno frente al jardín Morelos) enardeció a los universitarios, que se lanzaron a la calle para protestar. El Congreso había  turnado el asunto a la Comisión de  Gobernación, y se citó para el día 28 con el fin de conocer el dictamen. Ese día hubo un mitin frente a Palacio de Gobierno; los oradores atacaron  dura­mente a Mendoza Pardo, y  acordaron  todos  los participantes trasladarse al Congreso para protestar; los diputados huyeron al aproximarse los estu­diantes y no hubo sesión; pero los ánimos estaban tan exaltados que los alumnos destruyeron las oficinas públicas y las del PRJ, sin que las fuerzas del orden intervinieran. Por la tarde hubo una reunión en el  Colegio de San Nicolás. Se rumoraba que los diputados, adictos al gobernador (había un diputado del PAN, pero el líder de la Cámara era el Secretario  Particular de Mendoza Pardo) ponían como condición para aprobar un aumento al subsidio que renunciara el rector García de León, lo cual  enardeció a los estudiantes. Un periódico  local, el  semanario La  Voz de Michoacán lanzó una "extra" con  el encabezado   amarillista de "Puñalada  trapera", y una Carta Abierta al gobernador escrita por el periodista Gustavo Ávalos Guzmán, uno de los que habían llevado al poder a Mendoza Pardo y había desempeñado cargos importantes en su  gobierno; para entonces todos  sus viejos amigos  militaban   en su   contra,   entre   ellos  Victoriano   Anguiano, que ahora pertenecía al  Partido Popular fundado por Vicente  Lombardo Toledano (Anguiano y Vejar Vázquez eran vicepresidentes del Partido; el rector había sido Secretario General del PP en el Estado). En ese ambiente explosivo  se  trasladaron los  estudiantes al  atardecer rumbo a la  casa del gobernador,  frente a la calzada Fray Antonio de San Miguel,  donde realizaron otro mitin  y  lapidaron  las  ventanas  y puertas.  El  gobernador pidió la protección del ejército; hablaba por teléfono con el Secretario de Gobernación, Adolfo Ruiz Cortines, cuando la  agresión estudiantil estaba en su apogeo.  Pronto  salieron del cuartel cercano fuerzas  federales para reprimir a los estudiantes, que ordenadamente marcharon hacia el centro de la ciudad, en medio de una ligera llovizna; los soldados fueron en su persecución, y muy cerca de la Cámara de Diputados se escucharon descargas  de  fusiles y cayeron  heridos   varios  estudiantes. Armando Héctor Tavera murió instantáneamente; Agustín Abarca Xochihuatl quedó gravemente herido, y Heriberto Pineda, Neftalí Cruz, Salvador Gudiño y Jesús Díaz también fueron  heridos,  aunque  no de gravedad.  En la mañana del día siguiente murió Abarca en el Hospital Civil.[15]

Tan pronto como se supo la noticia de los sucesos sangrientos de Morelia,   el comandante de la XXI Zona Militar, general  Cristóbal Guzmán Cárdenas, hizo una declaración sorprendente:   1.  Los alumnos estaban en franca rebeldía; 2. Los soldados sólo dispararon al aire para dispersarlos; 3. Los muertos y heridos no presentan heridas de máuser sino de pistola 45 (el general no podía conocer los resultados de la autopsia porque aun no se practicaba); 4. Los estudiantes armados dispararon contra sus propios compañeros;    5.  Es  un problema  político  creado por los enemigos ¿el régimen.[16]  El genera! Raúl de Alba Luna, Jefe del Estado Mayor, a cuyas órdenes directas iban los soldados, declaró: "'la intención mía al emparejarme con ellos (con los estudiantes)  fue hablarles... hacerlos desistir de sus propósitos... sin haber mediado palabra fui agredido por un individuo que me hizo un disparo que tocó muy cerca de mí. . . al producirse el disparo se provocaron otros más cayendo heridos estudiantes".[17]

El rector había renunciado el 28 de julio, según se supo después, pero al día siguiente de los hechos sangrientos declaró que seguiría en su puesto “hasta que no  consigamos que se haga plena justicia en este asunto que es una vergüenza para el país". Los maestros universitarios publicaron un manifiesto en el que señalaban la actitud indiferente del gobernador hacia la Casa de  Estudios, y la falta de  responsabilidad  del funcionario y los diputados; los  hechos  —afirmaron—  constituyen   un  desprestigio para  el ejército. De todo el país llegaron adhesiones a los michoacanos y se generalizó la petición de  que deberían  desaparecer los Poderes  del  Estado.[18]

El problema se tomó político. Los funcionarios del gobierno federal y el Comité  Ejecutivo  Nacional del  PRI  calificaron  los  hechos como  una maniobra comunista, y acusaron concretamente  al rector García de León como el principal responsable, recordando a cada  paso que era dirigente de un Partido de oposición. Los universitarios michoacanos, con su rector y sus maestros, formaron  un  Directorio que tomó en  sus  manos la conducción del movimiento que no tenía otra finalidad sino pedir el esclare­cimiento de los hechos y el castigo de los culpables.[19]

Todo el país estuvo pendiente de la actitud del general Lázaro Cár­denas. El Directorio le dirigió una carta informándole de los lamentables acontecimientos y haciéndole notar que, sus relaciones de amistad con el gobernador y el comandante militar —"y la sumisión de estos respecto a usted"—, no deberían influir en su juicio de los hechos y en la ayuda que los universitarios esperaban para el castigo de los culpables.[20]

El general no contestó por no caer en  la trampa que se le ponía por parte de las fuerzas regresivas de la burguesía proimperialista en el poder El Presidente Alemán estaba a la mitad de su mandato constitucional, a punto de rendir su tercer informe de gobierno, y ya se agitaba en el país el tema de la sucesión  presidencial, y lo  que era mas grave:  se  hablaba de la reelección del mismo Presidente, para la cual resultaba un obstáculo la presencia del general Cárdenas, por su prestigio y arraigo entre los mexi­canos. Por eso se le atacaba continuamente; se le calificaba de "comunista" y de enemigo del gobierno. Sobre todo desde el anuncio de la reunión en México del mencionado Congreso Continental Americano por la Paz, para el mes de septiembre de  1949. En ese Congreso se esperaba como hemos dicho, una condena enérgica de la política agresiva del imperialismo inter­nacional en contra del "comunismo", con la misma bandera y métodos del nazismo hitleriano. La opinión pública mundial sostenía la exigencia de la paz constructiva y apoyaba el llamado de la Unión Soviética para garan­tizar la existencia pacífica de  todas  las  naciones.  En este marco político, la situación  de Cárdenas era  sumamente  comprometida.  Si declaraba  en favor de los estudiantes y contra el ejército que los había agredido, se podía acusársele de subversión y hasta expulsarle  del  país; y sí manifestaba su apoyo al  ejército  todo  el   estudiantado   del   país  le rechazaría negándole su  apoyo.   Por  eso,  creemos,   el  ilustre general   guardó silencio.   En  sus Apuntes sólo anotó los hechos  (29  de agosto),  sin juicio alguno;  pero a continuación (31 de julio) se refirió al aspecto central de aquel momento: "Muy temprano empieza a agitarse el país para la sucesión presidencial''. [21]

En apoyo de los universitarios de Michoacán se declaró una huelga general en la que participaron la UNAM, el Politécnico, Chapingo, las Escuelas Normales, varias Universidades de los Estados, y algunas Secundarias. Un grupo numeroso de estudiantes se presentó ante la Cámara de Diputa­dos del  Congreso  de   la   Unión y   pidió   la  desaparición  de los  Poderes en Michoacán. En el  mitin habló el entonces diputado federal Victoriano Anguiano, quien,  como hemos  dicho  era   miembro  del  Partido  Popular. Contradijo las afirmaciones anticomunistas del  PRI; del mismo modo,  el Partido Comunista declaró  que el   Partido  oficial "se pone  en evidencia al encubrir a los asesinos".[22]

Durante el mes de agosto quedaron visibles dos posiciones políticas en el conflicto de Morelia; por un lado el sector oficial, (funcionarios, el Partido Revolucionario Institucional y la prensa que les era favorable) sostenían que los culpables eran los provocadores comunistas infiltrados entre los nicolaitas, principalmente el rector García de León; por otro lado, la casi totalidad de los estudiantes, grandes sectores de la opinión pública y la prensa progresista, que señalaban como culpables al gobernador y al comandante militar.

Lentamente fue serenándose el ambiente. El Oficial Mayor de la Secreta de Gobernación, el Jefe del Estado Mayor de la Defensa Nacional, y el mismo Presidente Alemán, con sus llamados a la cordura contribuyeron calmar los ánimos. Quedaron sin efecto las órdenes de aprehensión contra García de León, se hicieron ofrecimientos de aumento del subsidio estatal y federal, pero los nicolaitas lo rechazaron indignados y dijeron que sólo lo aceptarían hasta que se hiciera justicia, pues de otro modo sería como vender la sangre de sus hermanos. Pero la lucha no cesó. Ratificaron los estudiantes el estado de huelga; y el 13 de agosto los de la UNAM ocuparon 17 facultades y escuelas y tomaron la rectoría; presidió el Comité de Huelga el alumno del tercer año de Economía Carlos Torres Manzo. Otros planteles ratificaron su posición y su exigencia de que Mendoza pardo fuera removido y sometido a proceso.[23]

Por fin, el 26 de agosto el gobernador solicitó licencia por tiempo indefinido, ante el Congreso local, "para la libre investigación de los hechos que dieron margen a los acontecimientos del 28 de julio pasado"; le fue concedida, e inmediatamente se nombró gobernador interino al señor Daniel T. Rentería, quien había sido colaborador del general Cárdenas en el gobierno de Michoacán y en la presidencia de la República. El mismo general escribió en sus Apuntes de ese día: "Deja el licenciado Mendoza Pardo una huella de honradez bien marcada".[24]

La caída del gobernante fue saludada con regocijo por todos. El nuevo mandatario ofreció una investigación a fondo de los hechos sangrientos, y al efecto designó un Procurador de Justicia inflexible que inició su tra­bajo con gran sentido de responsabilidad. En el lugar donde iba a levantarse el teatro de ballet se construyó un estadio para servicio de los universita­rios. Los amigos de Mendoza Pardo divulgaron la versión de que el teatro proyectado iba a ser entregado al patrimonio de la Universidad, y que sólo por orgullo no lo declaró desde un principio.

El Consejo Estudiantil Nicolaita elevó varias peticiones al gobierno: enjuiciamiento de los generales Guzmán Cárdenas y Alba Luna; indemniza­ción a los familiares de los estudiantes muertos; subsidio de un millón para la Universidad; construcción de un hospital-escuela (esta petición fue respaldada en un manifiesto del director y profesores de la Escuela de Medicina); constitución de un Patronato Universitario; anexión del Teatro Ocampo, la Escuela Técnica Industrial "Álvaro Obregón" y la Escuela de  La Huerta; y creación de carreras técnicas, así como las Facultades de Filosofía y Letras, Odontología,  Economía y Ciencias Químicas.[25]

El 20 de octubre Porfirio García de León presentó ante el Consejo Universitario su renuncia irrevocable, que le fue aceptada. Renunció "con el fin de que la Universidad pueda resolver sus problemas económicos, mantener la unidad de los universitarios y dejar expedito el camino para que la justicia se realice plenamente en contra de quienes resulten responsables"'. Inmediatamente el Consejo integró la terna que enviaría al gobernador (Lic. Alberto Lozano Vázquez, Lic. Guillermo Morales Ossorio y Dr. Jesús Pineda Ortuño); fue seleccionado el doctor Pineda Ortuño como rector, quien tomó posesión el  17 de noviembre.[26]

Durante la gestión del doctor Pineda los subsidios tuvieron un ligero incremento; el federal fue de $300.000.00 ($50.000.00 más que en 1949); y el estatal de $ 311.000.00 ($ 99.000.00 más). Además, la Secretaría de Educación realizó obras en la Escuela Popular de Bellas Artes y otros planteles, dividiéndose el gasto Estado y Federación. El Presidente Alemán concedió en propiedad a la Universidad el edificio del exconvento de San Diego, donde estaba la XXI Zona Militar, que se cambió al local que actualmente ocupa en el cuartel de Las Colonias. [27]

El personal docente recibió un aumento de! 10% en sus salarios, y el administrativo en un 5%. Igualmente se dispuso el aumento de personal en los Laboratorios Centrales, lo que permitió la contratación de un mayor número de personas.

   Al gobernador Rentería le correspondió convocar a la elección de go­bernante para el siguiente periodo constitucional. De nuevo surgió la candidatura del general Dámaso Cárdenas, quien esta vez parece que sí obtuvo el beneplácito de su hermano para figurar en la lucha política. Las condiciones del país justificaban la presencia del general Cárdenas en Michoacán; fue electo y tomó posesión del cargo el 16 de septiembre de 1950.

El rector Pineda dio muestras de ponderación y buen juicio para encauzar y pacificar a la Universidad, y hacer frente a la lucha electoral, tareas nada fáciles en aquellos momentos. Evitó los desbordamientos políticos, aunque fue víctima de intrigas y oposiciones poco claras. Se preocupó por la superación académica; presentó al Consejo Universitario una proposi­ción para contratar al doctor Eli de Gortari como maestro de doctrinas filosóficas en el Colegio de San Nicolás, y al profesor Makedonio Garza para la Escuela de Derecho; como hubo alguna resistencia, el rector luchó denodadamente por su proposición, que fue aprobada.[28] En el mes de agosto fue señalado como enemigo de la orientación ideológica de la Universidad, y de pretender suprimir en la Ley Orgánica el requisito de ser de "reconocida ideología so­cialista" para ser maestro de la institución. El rector aclaró que, efectivamente se estaba elaboran­do un proyecto de Ley que de­bería someterse al Congreso, y que en ese proyecto las únicas innovaciones eran: creación de la oposición en la cátedra, nombramiento de secretarios en las escuelas, prefiriéndose a los estu­diantes de años superiores, crea­ción de carreras técnicas, y la concesión de personalidad jurídica a la Casa del Estudiante; dijo que no se había pensado en modificar la declaración de princi­pios. Existe el documento elabo­rado por el licenciado Jesús Ramírez Mendoza con las mencio­nadas modificaciones a la Ley, y tal como lo afirmó el doctor Pineda, para nada se habla de los artículos, 3o., 30, 45 y 51. Pero la declaración del rector no bastó para dete­ner la intriga, y se vio precisado a presentar su renuncia ante el Consejo. "Tengo la impresión —dijo en su comunicación de renuncia— de que se aproxima una agitación despertada en el elemento estudiantil, auspiciada por políticos profesionales interesados en crear el caos en nuestra Casa de Estudios para hacer posible que haya el cambio de rector de acuerdo con sus deseos. Como seguramente de llevarse a cabo la agitación estudiantil universitaria dicha, sólo traería consecuencias graves para la buena marcha de nuestra Universidad, con esta fecha (20 de septiembre) presento mi renuncia con carácter irrevocable". De este modo, en un solo periodo constitucional (Mendoza Pardo-Rentería) hubo tres rectores en nuestra Casa (Gallegos, García de León y Pineda Ortuño).[29]

 

Dr. Jesús Pineda Ortuño.

 

El gobernador Dámaso Cárdenas, a los cinco días de su toma del poder, nombró nuevo rector. Designó al licenciado Gregorio Torres Fraga, quien no figuraba en la terna presentada por el Consejo Universitario (Lic. Alfredo Gálvez Bravo, Lic. Jesús Arreóla Belmán e Ing. Porfirio García de León). Torres Fraga tomó posesión el 6 de octubre.

Una nueva etapa de la vida universitaria se inició en esa fecha. El rector había sido Secretario General de la Universidad en el tormentoso mandato de Victoriano Anguiano, y uno de los integrantes del Directorio que derrocó a Mendoza Pardo, Por sus antecedentes no era un hombre de ideología socialista, ni reconocida ni oculta; por lo contrario, se había distin­guido como un defensor de los principios de la autonomía universitaria y la libertad de cátedra, los que Natalio Vázquez Pallares —autor de la Ley entonces vigente— decía que eran "bandera de la reacción". Tal vez por esto, varios grupos estudiantiles comenzaron a atacarle, tachándole de "neocristiano". Se tomaba como dato para darle ese calificativo la violenta destitución del doctor De Gortari, cuya ideología socialista sí era ampliamente reconocida. Repentinamente, cuando el mismo Torres Fraga le había ratificado el contrato, el distinguido intelectual fue suspendido por órdenes del rector, que así violaba el acuerdo del Consejo.[30]

Otra acusación que se hacía al rector era el abandono de su cargo. Se le acusó de haber convertido su oficina en una prolongación de su bufete de abogado, y que atendía preferentemente a sus clientes en vez de los maestros y estudiantes que allí acudían. Se le censuraba también su santanista afición a las peleas de gallos, y decían que en la oficina del rector se trataban tan folclóricos asuntos. Todo esto le creó un ambiente hostil que llegó a la violencia física cuando el 8 de mayo de 1951 los exaltados, tras de insultarle desde la tribuna, trataron de agredirle, lo que por fortuna no hicieron,  pues  hubiera  sentado  un precedente lamentable.[31]

La sucesión presidencial se tornó peligrosamente conflictiva al acercarse el final del sexenio alemanista. La actitud vigilante y responsable de los mexicanos más destacados evitó la campaña reeleccionista de Alemán o su propósito de poner en la presidencia alguno de sus familiares. La unión de las fuerzas revolucionarias hizo que el lo. de septiembre de 1950, du­rante su informe al Congreso, el presidente rechazara la reelección. El lema de los revolucionarios había sido: "Ni prórroga ni reelección ni pelele", y triunfaron con la postulación de varios ciudadanos de reconocida valía para el cargo supremo de la nación. A finales de 1951, uno de los candi­datos, el general Miguel Henríquez Guzrmán visitó Morelia, e hizo una visita al histórico Colegio de San Nicolás de Hidalgo, hecho que el rector Torres Fraga negó en la prensa nacional haciéndose aparecer como parti­dario de don Adolfo Ruiz Cortines, el candidato del PRI. Los estudiantes “henriquistas" Luis Mora Serrato y Salvador Ramírez González publicaron desplegado en los periódicos de México: "El rector de la Universidad Michoacana falta a la verdad", donde sostuvieron que el general sí visitó la Casa de Hidalgo.[32]

El 4 de agosto de 1951 se tituló la primera Médica, Cirujana y Partera de nuestra Universidad, como una conquista de las mujeres que hasta entonces no habían tenido acceso a las carreras profesionales. Se trata de la doctora Ana María Gaytán Elizarrarás, la primera que logró romper el cerco injusto, a base de talento y dedicación.

Cabe aclarar que en el mes de enero de 1927 se había titulado en esa carrera Ma. de los Dolores Rivero, quien presentó el certificado Núm. 3 de la Universidad Nacional, expedido en 1926; ese documento ampara la mayor parte de sus estudios profesionales. En nuestra institución se le concedieron exámenes de 10 materias, que aprobó entre junio y octubre del mismo año. Su práctica profesional la hizo en la ciudad de México. De modo que aquí sólo presentó su examen profesional y las materias mencionadas. En cambio, la doctora Gaytán cursó todos sus estudios (secundaria, preparatoria y profesional) en esta Universidad.

Los ataques al rector se recrudecieron en 1952. A finales de ese año se abrió un nuevo frente de lucha en su contra. El 12 de noviembre, el Consejo Universitario acordó expulsar a 19 alumnos católicos que preten­dían —según se dijo— provocar el caos en la Universidad, dirigidos por un sacerdote de apellido Carrillo. Desde el 12 de octubre se había creado el conflicto; en esa fecha Luis Sereno Coló en un mitin sinarquista atacó al Colegio de San Nicolás y a sus hijos más queridos. Como si esa fuera la señal, algunos alumnos, supuestamente católicos, cometieron actos de indisciplina en la clase de Historia de México y trataron de impedir una conferencia de Jorge Carrión en el mismo Colegio. Todo esto originó que el Consejo Universitario acordara el 12 de noviembre la expulsión de los alumnos, pero se dio la impresión de que se les castigaba no por los actos cometidos sino por católicos, y esto despertó opiniones desfavorables para el rector. Se publicaron numerosos desplegados y manifiestos, y el señor Arzobispo de Morelia. Luis M. Altamirano, envió a los expulsados una carta (17 de noviembre): "Desde que empezaron Uds. a sufrir por las dificultades, oposición y animadversión que han encontrado en la Universidad, mi pensamiento y mi corazón no se han apartado de ustedes. Me ha complacido mucho la actitud serena, pero firme, exenta de toda violencia y de todo respeto humano (sic) que, gracias a Dios, han observado". Los acusados,  organizaciones de padres de familia, y varios periódicos de la ciudad de México, atacaron al rector por lo que calificaban de atropello. Algunos dirigentes estudiantiles pidieron públicamente que se hiciera justicia a los expulsados, que se les juzgara sere­namente y sin apasionamiento político, pero fueron agredidos por los demás radicales. Tal fue el caso de Benjamín López Arias, Secretario de Acción Política de la FEUM, herido gravemente la noche del 24 de noviembre, por un grupo de estudiantes encabezado por el Secretario del Colegio de San Nicolás, Efrén Capiz Villegas, según denunció un Comité Pro-Dignificación de la Universidad. Se acusó entonces al rector de la desorientación y división entre los estudiantes, "Se ha dedicado a violar la ley", "no se sabe cuál es su ideología", "es indigno, moral e intelectualmente, de ocupar el sitio de rector".

Lic. Gregorio Torres Fraga

 

Sin embargo, en medio de este ambiente tormentoso, la institución cumplió sus fines primordiales. En el aspecto de difusión de la cultura, se publicaron siete números de la revista Universidad Michoacana, con interesantes trabajos. Eminentes maestros dictaron conferencias y cursillos: Vicente Lombardo Toledano habló sobre la evolución del pueblo chino; José Alvarado abordó el tema de la cultura latinoamericana; Emilio Uranga —fue maestro del Colegio— habló de la muerte en la filosofía contem­poránea; Efrén Hernández sobre literatura mexicana; Antonio Pompa y Pompa sobre el Padre Hidalgo y su formación académica y política; el Colegio se convirtió en tribuna de la discusión sobre la autenticidad de los restos de Cuauhtémoc encontrados en Ixcateopan: habló Arturo Arnáiz y Freg en contra, y pocos días después Eulalia Guzmán, la ilustre descubridora de dichos restos, ofreció sus puntos de vista; Pita Amor leyó sus poemas; Waldo Frank, sobre la crisis de la época; Adolfo Menéndez Samará  sobre Estética y Arte; Adolfo Sánchez Vázquez sobre poesía española.  

No se descuidó la exaltación de los héroes, los nicolaitas y los latinoamericanos. Se hicieron gestiones para honrar debidamente las reliquias de don Melchor Ocampo que el Colegio guarda con respeto; el Departamento  del Distrito Federal regaló una urna apropiada, a finales de 1951, y al año siguiente se comenzó a instalar una sala en el Colegio para concentrar en ella los libros y objetos que pertenecieron al gran reformador.

En el mismo año fue presentado el poeta venezolano Andrés Eloy Blanco (17 de abril), desterrado entonces por la tiranía que agobiaba a su patria; la poesía honda y sincera, y su palabra fluida cautivaron a los nicolaitas. Y el 24 de julio de 1942 en las aulas del Colegio fueron recibidos de nuevo Rómulo Gallegos y Andrés Eloy —hermanos en la desventura y la esperanza— para conmemorar el natalicio del Libertador Simón Bolívar.

En los últimos meses de 1952, al aproximarse la celebración del bicentenario del natalicio de don Miguel Hidalgo, hijo predilecto del Colegio de San Nicolás, y el primer centenario de José Martí, héroe continental, el rector Torres Fraga se dirigió por medio de una carta a todos los rectores de las universidades americanas exhortándolos a organizar actos de homenaje a los dos libertadores.

Por lo pronto, nuestra Universidad ofreció en los meses de febrero y abril de 1953 sendos ciclos de conferencias en las que participaron varios intelectuales. En el ciclo dedicado a Martí intervinieron: Salvador Azuela, Agustín Cué Cánovas, José Alvarado y Leopoldo Ancona Albertos, entre otros; y en el referente a Hidalgo: Salvador Calvillo Madrigal, Antonio Pompa y Pompa, Antonio Amaga Ochoa, Andrés Iduarte, Pedro de Alba y José López Bermúdez.

La nación entera rindió homenaje a don Miguel Hidalgo el 8 de mayo de 1953, en el bicentenario de su natalicio. La Universidad Michoacana organizó varios actos entre los días 7, 8 y 9 de ese mes. El día 7, en el claustro del antiguo convento de Tiripetío, cuna del primer centro de estu­dios superiores del Continente (1540), fundado por el maestro fray Alonso de la Veracruz, hablaron en un acto especial Manuel Moreno Sánchez y Andrés Iduarte. El día 8, en el segundo patio del Colegio se llevó a cabo la ceremonia central en la que estuvieron presentes: el Secretario de Educación Pública, José Ángel Ceniceros, con la representación del Presidente de la República; el gobernador del Estado, general Dámaso Cárdenas; el ex Presidente ingeniero Pascual Ortiz Rubio, fundador de la Universidad; y las autoridades  universitarias presididas por el rector.  Hablaron:  el presidente del CEN, Amando Chávez; el secretario Ceniceros; Salvador Pineda, por los ex alumnos; el rector Torres Fraga; y don Ignacio Chávez, ex rector y doctor Honoris Causa de la institución, quien pronunció uno de los discursos que son ya clásicos sobre el Padre de la Patria; una hermosa remembranza de la vida del héroe, que comparó con los tres movimientos de una sinfonía: "Cuando un hombre recorre un ciclo así y del noble pensamiento que lo tortura y que lo empuja, salta riesgosamente a la acción fecunda y paga su ideal de plenitud con el sacrificio de su vida, ese hom­bre es un héroe auténtico. A Hidalgo no le faltó nada, ni la idea valerosa ni el esfuerzo osado ni el pago del martirio".[33] Al concluir el acto, el doc­tor Enrique Arreguín Vélez hizo entrega al rector de un conjunto de docu­mentos del Padre de la Patria, que él había recibido como legado de su padre, don Enrique Arreguín Oviedo. Estos documentos fueron publicados después en un libro. Por la tarde se inauguró una exposición iconográfica en el Museo Michoacano, y en la noche hubo un concierto de la Sinfónica de Xalapa en el Teatro Ocampo.

Al día siguiente, en cumplimiento de un acuerdo del Consejo Universitario, en el aula máxima del Colegio de San Nicolás se entregaron  títulos de doctores Honoris Causa a los maestros:   Alfonso Reyes, Jaime Torres Bodet, Germán Arciniegas, Salvador Azuela, Rafael C. Haro, Andrés Eloy Blanco, Francisco González de la Vega, Gabino Fraga, Pascual Ortiz Ru­bio, Arturo Arnáiz y Freg, Manuel Martínez Báez, Salvador González Herrejón, Jesús Romero Flores y Juan Díaz Vázquez. A nombre del Consejo Universitario hizo  uso de la palabra  el   licenciado Arturo Valenzuela, director de la Escuela de Jurisprudencia; y para agradecer la deferencia habló don Alfonso Reyes, quien vehementemente pidió que nos agrupáramos en torno a los grandes constructores de la patria, "hoy que los destinos vacilan, hoy que las brújulas han perdido el concierto y el odioso Leviatán de Hobbes pretende agredirnos por ambos flancos, juntemos nuestras volunta­des para salvar lo que hay que salvar:   el legado de las culturas y la dignidad  de  la  persona".   Luego,   para referirse  a  Hidalgo,  hablaron  Jaime Torres Bodet, Salvador  AzueJa y Andrés  Eloy  Blanco. Una  fiesta  de  la palabra, inolvidable acto digno de la  fecha y del hombre  a quien   fue dedicado. [34]

En la misma fecha se develó un cuadro pintado por David  Alfaro  Siqueiros que representa a Hidalgo frente al pelotón de fusilamiento, y junto a él la figura de un clérigo acartonado que sostiene una cruz como un arma que lleva una inscripción condenatoria a la independencia y a su caudillo. También se descubrió un cuadro de Alfredo Zalce en el que aparece Hidalgo corno agricultor, con la ropa de nuestros campesinos, y con una semilla germinaba en sus manos; este cuadro fue donado por los maestros del Instituto Federal de Capacitación del Magisterio.

Como parte de la conmemoración,  el   15 de marzo se inauguró la Escuela de Odontología, que vino a satisfacer una demanda de la juventud que deseaba prepararse en esa carrera. Se cumplió así el acuerdo del Consejo Universitario del  27 de agosto de  1952. [35]

Pasada la euforia de estos actos, la campaña contra el rector arreció en tal forma que con frecuencia estallaba la violencia en las aulas. El rector desarrolló grandes esfuerzos para sostenerse en el cargo. Logró atraerse a grupos de estudiantes, y al producirse la división hubo peligro de enfrentamientos, como sucedió en el acto a Hidalgo en el Colegio, el 8 de mayo de  1954, en el que sólo la prudencia del doctor Manuel  Martínez Báez, orador de los ex alumnos en esa ceremonia, consiguió que no se produje­ran choques graves.

Fue muy comentada la visita del notable historiador inglés Arnold J. Toynbee, quien disertó sobre El mundo y el occidente, en traducción simultánea de Uranga para los nicolailas. También visitó el Colegio y dio una conferencia el brasileño Cyro dos Anjos, quien habló de Brasil y su cultura.

La Casa de Michoacán en el Distrito Federal rindió un homenaje al ingeniero Pascual Ortiz Rubio. En el acto hablaron el rector Torres Fraga, el doctor Enrique Arreguín y el homenajeado, quien aportó algunos datos que ya hemos mencionado al referirnos a la fundación de la Universidad. El acto fue el 27 de octubre.

Las labores de 1955 fueron sumamente irregulares. La impopularidad del rector aumentaba, y los actos en su contra iban a dar sobre el gobernador, quien parecía empeñarse en sostener a Torres Fraga contra viento y marea, como si el gobernante quisiera concluir su periodo con el mismo rector, y dejar a su sucesor la solución del problema.

En el mes de agosto, en un accidente pereció el distinguido poeta y lucha­dor continental Andrés Eloy Blanco en la ciudad de México. Unos meses después de tan lamentable hecho, la Universidad organizó un acto, que no tuvo carácter luctuoso sino más bien de exaltación de los ideales liber­tarios del ilustre venezolano. El acto fue en el Colegio, el 13 de agosto de 1955, e intervinieron: Rómulo Gallegos, quien habló de su amigo entrañable, gloria de las letras americanas; el rector Torres Fraga, quien destacó al poeta desaparecido como un símbolo de la libertad no sólo de su patria sino del Continente; el doctor Manuel Alfredo Rodríguez, venezolano des­terrado y amigo del poeta de '"Giraluna"; el poeta michoacano Ramón Martínez Ocaranza leyó su poema "Orfeo derribado", y el estudiante Virgilio García Rojas habló a nombre de la FEUM.[36]

Por fin, ante la presión de los universitarios, renunció el licenciado Torres Fraga el 5 de marzo de 1956, y quedó en su lugar por acuerdo del Consejo Universitario, el doctor Luis Mora Serrato, que desempeñaba el cargo de Secretario General. Como el artículo 30 de la Ley Orgánica rizaba la designación de un rector provisional sólo en los casos de ausencia temporal del rector por un término no mayor de un mes, y en ese caso se trataba de una renuncia irrevocable, el acuerdo del Consejo fue señalado de ilegal, y el joven doctor Mora Serrato, pese a sus méritos, su inteligencia y su indudable capacidad, fue combatido duramente, sobre todo porque anunció la necesidad de hacer reformas a la Ley Orgánica antes de elegir terna para nuevo rector; y como se pensaba que dichas reformas podrían, afectar la declaración de principios de la institución, el autor de la Ley y defensor de la orientación socialista, Natalio Vázquez Pallares, retó a Mora Serrato a una discusión pública sobre ese punto, reto que no fue aceptado. El joven rector sí había planteado al Consejo la necesidad de una nueva Ley Orgánica, y a instan­cia suya se constituyó una comi­sión encargada de elaborar un proyecto (el mismo rector era uno de los comisionados). [37]

Dr.  Luis Mora Serrato

 

La oposición al doctor Mora surgió en su propia escuela, en Medicina, sin que al principio fuera algo más que un conflicto por la dirección. El rector había nombrado al doctor Melchor Díaz Rubio como director, y los maestros proponían al doctor Salvador Ruano; los partidarios de éste, en número de 13, amenazaron   con "independizar"   la   Escuela separándola de la Universidad si se desconocía su acuerdo; el Consejo declaró traidores a los maestros separatistas. La federación de maestros Universitarios apoyó a los 13 médicos, y redoblo sus ataques al rector, al que insistía en llamar ilegítimo.

En el fondo, más que los temas de la legalidad o ilegalidad del rector o la orientación filosófica de la Universidad, se planteaba el  eterno problema   económico. La población escolar había aumentado, y se dejaba sentir la necesidad de nuevas carreras; se requería dinero, y los subsidios federal y estatal no bastaban, aunque el gobierno los había incrementado. En 1951, la federación aportaba $ 300.000.00, y el Estado $ 310.000.00. En 1955 se entregaban  $ 450.000.00 y  $745.000.00, respectivamente.

A nivel nacional la situación era igualmente tensa. El 11 de abril de 1956 los alumnos del Instituto Politécnico Nacional se lanzaron a una huelga que se propagó a otros centros de enseñanza, en demanda de presupuestos más amplios y mejoramiento de los servicios escolares. Tras de un mitin el día indicado se cometieron  destrozos en el centro  de la ciudad de México.

En nuestra Universidad el doctor Mora se vio precisado a renunciar. El Consejo le había otorgado un voto de confianza y le respaldaba en el cargo; había tomado el acuerdo de que estuviera como rector hasta que se aprobara una nueva Ley Orgánica; pero las presiones exteriores fueron tan fuertes que el doctor Mora no las resistió, y presentó su renuncia irrevocable el 17 de abril, en un documento lleno de amargura: se retiraba —dijo— "ante la falta de espíritu cívico que debe existir para realizar los verdaderos anhelos de superación; el clima viciado por las agitaciones políticas; las pretenciones crónicas de las gentes que sueñan con hacer de la Universidad un motivo de poder, mediante la presencia de personas incondicionales que sólo ven el deseo de lograr las posiciones demagógicas convenientes, hasta llegar al extremo de unificar actitudes ideológicas que se han desenmascarado como falsas". El Consejo procedió a formar la terna que presentaría al gobernador (licenciados Guillermo Morales Ossorio y Alfredo Gálvez Bravo, e ingeniero Héctor Aragón).[38]

El 25 de abril fue designado rector el licenciado Alfredo Gálvez Bravo, persona de amplio prestigio, maestro de la Escuela de Jurisprudencia y magistrado del Tribunal de Justicia. El día 26 tomó posesión de su cargo.

 

El lunes siguiente los estudiantes de la Universidad se lanzaron a un movimiento de huelga en apoyo a los politécnicos, que pedían, además de la solución de sus demandas la salida del Secretario de Educación, licenciado Ceniceros. El movimiento de los nicolaitas se sostuvo con algunas treguas como la del 8 de mayo para dar lugar a la celebración del acto tradicional en el que hablaron: el presidente del CEN Leonel Muñoz; el doctor Ponciano Tenorio Montes, por los maestros; el doctor Salvador Franco López por los ex alumnos; y el invitado y orador central, licenciado Vicente Lombardo Toledano. Fue particularmente interesante el discurso de éste porque planteó algunos problemas de la Universidad Michoacana; habló de la necesidad de "nuevos estatutos", y de carreras técnicas que superaran el esquema de las universidades liberales; y la de Michoacán —dijo— estaba obligada a elevarse a la altura de Hidalgo y de la patria.[39]

El gobernador Cárdenas se había distinguido por su obra educativa. Testimonio de ello eran las numerosas escuelas construidas,  los  aumentos al salario de los  maestros y la ayuda a  la Universidad, que no fue  mayor porque no se le habían presentado planes serios y había poca confianza en la correcta aplicación de los subsidios. Ahora, después de la elección de Gálvez, se advertía el propósito de contribuir al engrandecimiento de la institución. El   12 de mayo se dio  a conocer el   propósito del gobierno de construir una moderna Casa del Estudiante, terminar la construcción de la Escuela de Medicina y mejorar las instalaciones de todos los edificios uni­versitarios, además de aumentar el subsidio; para todo eso se destinarían alrededor de seis millones.

Los  alumnos,   impacientes o   movidos   por  intereses   extrauniversitarios como los que  había denunciado  el  doctor Mora,  exigían  por   medio de una  huelga  mayores  recursos,  y que  se   entregaran al   momento.  El  día 30 conversó el Secretario de Gobierno con el Comité de Huelga, y les hizo saber que se aumentaría el subsidio en  un millón y medio, y que el  gobierno estatal había conseguido que la Federación diera $300.000.00, por acuerdo del Presidente de la República. Además,  el gobierno de  Cárdenas emprendería la  reparación de los edificios,  sobre  todo el Colegio de San Nicolás.

Como la actitud de los dirigentes de la huelga era bastante intransigente, el mismo funcionario ofreció que se entregaría un millón trescientos cuarenta y cinco mil pesos; se gastaría en la Escuela de Medicina un millón veinticuatro mil; y en la Casa del Estudiante un millón doscientos mil. Los alumnos pedían un autobús para viajes de estudio, y se les ofreció estudiar esa petición.

La situación se tornaba cada día más tensa. El 12 de junio, al regreso de una manifestación antigobiernista, los estudiantes penetraron al Pala­cio de Gobierno y lanzaron unos ladrillos que causaron leves destrozos. Hubo indignación en los funcionarios del gobierno por este incidente. Unos días más tarde, el día  16, el Comité de Huelga entregó al gobierno un nuevo pliego Petitorio, con la advertencia de que, si no se resolvía el lunes siguiente se movilizarían a las principales poblaciones del Estado para iniciar campaña  general  contra  el  gobierno.  En el   nuevo pliego se pedían $2'411.150.55, además de las construcciones y reparaciones.  El lunes  18 les citó para una  audiencia con el  gobernador  al  día  siguiente;  pero los alumnos, lejos de atender el citatorio,  llevaron a cabo una manifestación multitudinaria, calculada en mil quinientos, que se dedicaron a destruir todo lo que encontraron  a su paso. Asaltaron el  Palacio de Gobierno y destruyeron puertas y vidrieras; quemaron cuatro motocicletas de  la policía  hirieron  agentes;  destruyeron  el Palacio del   Poder  Legislativo  y  las oficinas del PRI, donde quemaron los archivos, libros y mobiliario; atacaron el diario El Heraldo Michoacano, cuya maquinaria  quedó inservible; penetraron  hasta el domicilio particular  del  director del  periódico,  Juan Abarca Pérez; y en seguida fueron a destruir el otro periódico diario que se publicaba en Morelia; La  Voz de Michoacán, y un taller de imprenta particular.[40]

Al día siguiente toda la prensa del país condenaba el vandalismo. "Turbas de salvajes  cometen en  Morelia graves depredaciones", fue el  titular principal de El   Universal, aunque de inmediato  atribuyeron a "la  táctica roja" los hechos. La Voz de Michoacán habló de la mancha que los nicolaitas habían  arrojado sobre su  Casa de Estudios, y señaló  a  Victoriano Anguiano y a  Gregorio Torres Fraga como los responsables de esos hechos.  El Heraldo Michoacano   imprimió   una  edición extra:   "La  primera Universidad de  América se encuentra  vilmente desprestigiada". El   rector hizo importantes declaraciones y condenó los hechos; llamó a la cordura, y los integrantes  del Comité de Huelga  se comprometieron  a  que no se repetirían  aquellos hechos censurables. [41]

El gobernador ratificó el ofrecimiento que había hecho, y dispuso algunos aumentos considerables, pendientes de ser aprobados por el Congreso del Estado,  con  lo cual  se dio  por  terminado el  conflicto.   Los  mismos estudiantes que habían cometido los actos bochornosos del día 19 salieron Por las calles el  día 25 en  manifestación de apoyo  a don  Dámaso Cárdenas, con vivas y porras de adhesión. El 10 de julio el Congreso aprobó el aumento  del   subsidio  universitario   a   S 3'825.000.00   ($ 1'400.000.00 Para su sostenimiento; $ I'000.000.00 para compra de equipo y material de laboratorio; y $ l'425.000.00 para mobiliario y otros menesteres). [42]

El rector Gálvez, en su discurso del 31 de julio con motivo del aniversario del sacrificio del Padre de la Patria, advirtió sobre la ciega sumisión a una tradición que paraliza y a nada compromete:  "una persistente referencia a la tradición nicolaita parece haber influido de tal manera sobre algunos universitarios que piensan y obran como si el pasado, remoto o, próximo, fuera la única dimensión de nuestra vida... un torpe afán de querer vivir parasitariamente a costa de lo producido por las generaciones que nos antecedieron", y encontró que la desorganización pedagógica y la falta de preparación de los maestros eran "las verdaderas causas de la indis­ciplina y de la justa rebeldía de los estudiantes, que tienden a resolver los problemas universitarios en asambleas y manifestaciones donde predomina la sugestión sobre el análisis".[43]

En el mes de julio  se  llevaron a cabo las elecciones de gobernador y en ellas resultó electo el  licenciado  David Franco Rodríguez,  quien  tomó posesión de su cargo el  16 de septiembre de ese mismo año. El licenciado Franco hizo sus estudios en el Colegio de San Nicolás y en la Escuela de Jurisprudencia de la Universidad Michoacana.   Desde su campaña política, y en   los  anteriores   cargos que desempeñó,  ostentó con  orgullo su calidad de nicolaita. "Para mí —declaró—  el  Colegio  de San Nicolás ha sido estímulo y ban­dera, luz que ilumina mi espíri­tu de hombre y cobija mis aspi­raciones de michoacano.[44]

 

Lic. Alfredo Gálvez Bravo.

 

Antes de abandonar el poder, el general Dámaso Cárdenas recibió un diploma de la Universidad, por acuerdo del Consejo Universitario; también el Conse­jo Técnico de la Escuela de Medicina le entregó otro diploma en reconocimiento por la construcción del edificio escolar.

Una etapa de renovación intelectual se inició en la Univer­sidad bajo el rectorado del licenciado Gálvez. Con amplia vi­sión, se corrigieron errores producidos por la rutina y no por la mala fe. La situación económica de los maestros mejoró con los aumentos a los salarios entre 49.5% y el 66%. AI iniciarse la administración universitaria sólo había dos maestros de tiempo completo (los doctores Mario Alvizouri y Raúl San Martín, ambos en la Escuela de Medicina); en 1958 había otros trece (Dr. Elio Speziale San Vicente, Dr. Ubaldo Martínez, Ing. Héctor Aragón Ruiz, Dr. José Navarro Chávez. Lic. Jesús Bravo Baquero, Profr. Ramón Martínez Ocaranza, Dr. Brígido Ayala, Profr. Antonio Alarcón Navarro, Profr. Oscar Camarillo Ramírez, Profra. Hortensia Silva Arellano y Lic. Alberto Lozano Vázquez).

Con la ayuda de la Secretaría de Educación Pública se creó el Departamento Técnico Pedagógico, cuyos objetivos pueden  sintetizarse así:

—Revisión de planes de estudios con la finalidad de emprender una apreciación de resultados y poder compararlos con los de otras instituciones de enseñanza superior, de modo de hacer los cambios necesarios sobre una base sólida, y presentar nuestros puntos de vista en las reuniones de la ANUIES (Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de En­señanza Superior) para la unificación de los planes de estudios en toda la República.

—Examen de los programas de cada asignatura con el propósito de mejorar su elaboración, precisar su contenido y relacionarlo o interrelacionarlo con las materias que forman el plan de estudios.

—Recopilación y estudio de los diversos tipos de pruebas de exploración y evaluación, así como de los informes basados en ellas, para orientar su elaboración conforme a normas técnicas.

—Estudios de todas las disposiciones legales sobre cuestiones técnicopedagógicas para ver que se ajusten a los postulados fundamentales de la ciencia de la educación.

—Sugerencias y orientaciones para la formulación de horarios en los planteles con criterio pedagógico. Correcto empleo de las horas libres.

—Iniciar el servicio de orientación vocacional a cargo de especialistas, de acuerdo con las necesidades de cada profesión o rama de enseñanza, con atención a las necesidades sociales, planteles en donde se estudian, dentro o fuera de nuestra Universidad, y posible mercado de trabajo.

—Creación de un Laboratorio de Material Pedagógico al servicio de los maestros, con las más modernas técnicas de enseñanza auditivo-visual.

 —Orientación a las labores del Departamento de Extensión Universitaria, con la finalidad de que todos los actos cívicos y artísticos que organiza lleven una intención educativa.[45]

Para el  cumplimiento  de estos  fines,  el   Departamento fue  dotado  de aparatos para la elaboración de transparencias, mapas, cuadros ampliaciones fotográficas, copias microfílmicas e impresiones mimeográficas.

La elevación del nivel técnico-pedagógico de los maestros fue una de las preocupaciones del rector. Se consideraba que, en la medida en que el personal docente mejorara su enseñanza, los problemas de la comunidad podrían orientarse y resolverse en forma adecuada. El rector gestionó la organización de un Seminario de Estudio sobre Problemas Educativos Uni­versitarios, con la colaboración de la UNAM, de la Escuela Normal Superior y de otras instituciones y personas interesadas en ese tipo de problemas.

El Seminario se inauguró el 19 de julio de 1957 y se clausuró el 24 de septiembre. Durante ese tiempo se presentaron cursos breves, conferencias y mesas redondas en torno al estudio propuesto, y se preparó un vo­lumen con  las intervenciones de los maestros.

Inició el Seminario el profesor Ismael Rodríguez Aragón, quien habló de Causas y soluciones de los fracasos profesionales. 19 y 20 de julio.

El profesor Luis Herrera y Montes, sobre Orientación vocacional de la juventud universitaria. 26 y 27 de julio.

El doctor Enrique Beltrán, sobre Métodos para la enseñanza de las ciencias biológicas. 2 y  3  de agosto.

Profesor Matías López Chaparro: Medición y estimación del aprovechamiento escolar. 9 y  10 de agosto.

El mismo profesor Herrera y  Montes se ocupó del Bajo rendimiento,, reprobación escolar.  16 y 17 de agosto.

El profesor Jesús Mastache Román habló sobre la Técnica para el encauzamiento de los alumnos en sus procedimientos de estudio (23 y 24 de agosto); Principios fundamentales de la Didáctica moderna (6 y 7 de septiembre); y Planes y programas de estudio, en unión del profesor Luis Herrera y Montes. 13 y  14 de septiembre.

Hubo sesiones simultáneas sobre métodos para la enseñanza de algunas materias (30 y 31 de agosto); Matemáticas, ingeniero José Arteaga; Ciencias sociales, profesor Ismael Rodríguez A.; y Lengua y literatura, profeso­ra Rosario Gutiérrez Eskildsen.

El rector Gálvez se reunió con los profesores de la Escuela Normal Superior y algunos maestros de la Universidad para tratar acerca de la Responsabilidad de las autoridades escolares, maestros, alumnos y padres de familia en la organización y funcionamiento de la Universidad. 20 y 21 de septiembre.

El doctor Lucio Mendieta y Núñez abordó el tema: Finalidades y obje­tivos de la enseñanza universitaria. 20 de agosto.

El doctor Eli de Gortari dio una conferencia sobre Los problemas universitarios de México. 9 de septiembre.

Finalmente, el doctor Vicente Lombardo Toledano dio una conferencia sobre Humanismo, ciencia y cultura, el 24 de septiembre.

Por primera vez en nuestra Universidad se abordaban los problemas técnicos de la enseñanza en forma sistemática.[46]

Se crearon nuevas carreras de acuerdo con las necesidades y recursos. Se inició la de Bibliotecario y Archivista; la Escuela de Enfermería, que había sido clausurada, se abrió de nuevo con un moderno plan de estudios. En la Escuela de Medicina se crearon los Departamentos de Fisiología, Anatomía Patológica y Medicina Preventiva y Bioestadística. En los Laboratorios Centrales se reorganizó el departamento de Biología. En la Escuela de Comercio se instaló un Laboratorio de Contabilidad, dotado de máquinas de escribir, sumadoras y calculadoras. En la Escuela de Ingeniería em­pezó a funcionar un Museo Mineralógico donado e instalado por el doctor Genaro González Reyna; y un incipiente Laboratorio de Mecánica de Suelos.[47]

 

Basándose en informes de escolaridad y por la experiencia de varios años, el director de la Escuela Popular de Bellas Artes propuso al Consejo la separación de las secciones de Teatro y Danza, que se transformaron en auxiliares del Departamento de Extensión Universitaria, exclusivamente pa­ra actos de difusión cultural. En este sentido la obra de la Universidad mejoró notablemente; se organizó el Cuarteto Clásico, y se apoyó a la Orquesta de Cámara que, bajo el gobierno de Franco Rodríguez, se trans­formó en la Orquesta Sinfónica de Morelia.

Las actividades deportivas recibieron también un gran impulso.

Durante el rectorado del licenciado Gálvez, en varias ocasiones y circuns­tancias, se habló de la necesidad de introducir cambios en la Ley Orgánica. Se acordó nombrar comisiones que propusieran proyectos pero hasta 1961 se logró la aprobación de una nueva Ley a la cual nos referiremos ade­lante. En 1957, el rector con acuerdo del Consejo pidió la reforma de algunos incisos y artículos, que fueron aprobados (decreto Núm. 26) el 25 de enero de ese año. Se modificó el inciso "g" del art. 26, referente a las atribuciones y obligaciones del Consejo Universitario. Decía: "Reglamentar la designación del personal docente y administrativo de las diferentes dependencias de la Universidad, fijar las bases de su promoción y conocer de sus licencias y renuncias, sin perjuicio de las atribuciones concedidas al rector y demás autoridades universitarias". Se reformó: "El Consejo Uni­versitario  podrá libremente nombrar profesores  especializados en alguna materia para mejorar la enseñanza de la institución. En estos casos dictará las medidas que juzgue necesarias en relación con el titular que sea sustituido”. El inciso “h” del art. 32 decía: requisitos para ser rector: “Profesar como catedrático, potestativamente en cualquiera de las Facultades o escuelas de la Universidad". El art. 42, que establecía el mecanismo para la designación de directores de Facultades y Escuelas, propuestos en  terna de los Consejos Escolares,  una vez nombrados sólo Harían  ser  removidos por acuerdo  del  Consejo   Universitario  a  petición del rector o de  los Consejos escolares; quedó adicionado con: "Los nombramientos  remociones de los directores de las Escuelas de Iniciación Universitaria y   Popular de  Bellas Artes,  serán hechos  libremente  por el rector. Si el Consejo Universitario no objeta los nombramientos y remociones dentro del improrrogable término de diez días, se tendrán por aprobados". El artículo 43, que especificaba cuáles funcionarios podrían ser designados  por el  rector, fue modificado  para abarcar  a  "los  Directores  y jefes de otras dependencias", que no sean las comprendidas en el artículo 42. El 44 depositó la dirección de los planteles, en los casos de faltas temporales de los titulares, en los Decanos y no en los Secretarios; y en cuanto a los Directores Interinos se  suprimió  la terna que  deberían enviar los Consejos  de  los planteles afectados,  y  quedó como facultad   del   rector. Los incisos b)   y c) del artículo 45 que señala los requisitos para ser Director, fueron  modificados; el primero estableció que, en las Escuelas de Iniciación Universitaria (Secundarias) era requisito el ser "maestros titulados, con experiencia educativa suficiente a juicio del Rector"; y en la Escuela Popular de Bellas Artes  "ser persona de reconocida preparación  o experiencia". Para los demás planteles continúa el requisito de poseer título o grado del plantel que dirige. El inciso c)  exceptúa a los directores de las Secundarias  y de  Bellas Artes de  haber profesado por lo menos dos años como maestros de la institución. El  articulo 55,  sobre los derechos de] personal docente, fue  adicionado con  lo siguiente:  "Queda prohibido que los profesores de la Universidad sirvan más de treinta horas de clase a la semana".[48]

Escuela de Medicina.

Escuela de Ingeniería.

 

Varias instituciones nacionales y extranjeras contribuyeron al trabajo de investigación y divulgación cultural de nuestra Casa de Estudios. La Fundación Kellogg donó en 1956 $ 123.000.00 para la adquisición del equipo indispensable del Laboratorio de Fisiología y Anatomía Patológica e Histología; y a partir de marzo de 1957, la Lotería Nacional donó $ 200.00 mensuales para la publicación del Boletín Mensual.       

 

Los recursos propios de la Universidad eran sumamente débiles. Las cuotas que pagaban los alumnos eran muy bajas; de hecho no se habían modificado en más de veinte años. Acordó el Consejo elevar dichas cuotas (inscripciones y exámenes extraordinarios) en las Facultades; pero este acuerdo tropezó con la oposición de grupos estudiantiles que sostenían que la educación universitaria debería estar al servicio de las clases humildes y éstas no podían pagar esas cuotas. Se les demostró que, aun con los aumentos, estaban tan bajas que no eran onerosas para nadie; pero no bas­taron argumentos, y ante la amenaza de un movimiento que frenara de nuevo la marcha de la institución, se derogó el  acuerdo.[49]

El rector empleó todos los recursos a su alcance para exhortar a la comunidad universitaria al trabajo responsable, y parece que penetraron estas ideas lográndose magníficos frutos durante esa administración. Fue una labor en que el decir y el hacer tuvieron plena congruencia, y uno de los logros importantes fue el impulso a las tareas de la pedagogía como base de un proyecto de superación académica. Imbuir en los maestros la inquietud por el estudio del cómo enseñar fue una de las metas del rector; y en ese propósito destacó la participación del Departamento Técnico Pedagógico que, en dos años (1958-1959) revisó los planes de estudios de las Escuelas de Iniciación Universitaria, el Colegio de San Nicolás, y las carreras de Comercio, Químico-Farmacobiólogo y Enfermería; elaboración de programas para todas las asignaturas; reunión de seminarios y mesas redondas para el estudio de los más adecuados métodos didácticos; la orientación vocacional de los alumnos; organización de exposiciones, con­ciertos y viajes con fines didácticos; y la elaboración, de acuerdo con los maestros, del  material  auxiliar en las  cátedras.

A esta labor del Departamento -—que no pudo ser más amplía por falta de presupuesto, según señaló el mismo rector—, se agregó la reunión de la Academia Mexicana de la Educación, cuya VIII Asamblea Extraordinaria tuvo como sede el Colegio de San Nicolás, del 23 al 25 de abril de 1959. Asistieron los académicos: licenciada María Lavalle Urbina (presidenta en turno), Carmen Vázquez de Cañizo, Héctor Murillo Acevedo, Luis Alvarez Barret (fue electo nuevo presidente al finalizar la asamblea), José Ro­mano Muñoz (representante del Secretario de Educación Pública), Gaudencio Peraza Esquiliano, Raúl Cordero Amador, Inés Fernández del Real, Dolores Uribe Torres, Eduardo Hornedo, Julio Aguilar y Pérez, José María de los Reyes, Ramón García Ruiz, José Mendarózqueta Peralta, José Antonio Murillo Reveles, José Ma. Campos Alatorre y el doctor Je­sús Díaz Barriga  (ex  rector de nuestra Universidad).

El discurso de la salutación a la VIII Asamblea fue pronunciado por el rector Gálvez, y publicado en el alcance al número 35 de la revista Huytlale, que se editaba en Tlaxcala, con otro texto sobre la ciencia y el progreso nacional. En el mismo número de la revista se publico el texto de la entrevista que Raúl Arreola Cortéz hizo al rector Gálvez Bravo (Dialogo con un maestro michoacano).[50]

A partir del mes de septiembre de 1956 se publico, en forma ininterrumpida, el boletín Mensual de la Universidad Michoacana, fuente insustituible de información sobre esta etapa de la institución.

Se editaron numerosos libros, folletos y revistas, cuyos nombres se publican por separado. Pero cabe destacar los empeños por conocer las raíces que sustentan el vigoroso árbol de nuestra Casa de Cultura. En 1958 se publicó la cuarta edición de la Historia del Colegio de San Nicolás, del doctor Julián Bonavit, con una segunda parte dedicada a la Historia de la Universidad Michoacana, escrita por el autor de estás líneas; y en septiembre, él mismo preparó una Síntesis histórica de la Universidad Michoa­cana que se envió a la Universidad de Sao Paulo (Brasil), destinada a una exposición sobre las Universidades  de  América Latina.

Una institución de importancia, que nació con e! apoyo de nuestra Universidad fue el Colegio de Pátzcuaro, que se organizó en 1956 bajo la dirección del licenciado Gustavo Corona, exrector nicolaita. Los cursos de ese año se desarrollaron en tres sedes: Pátzcuaro, Morelia y Guanajuato. En la primera participaron: Anita Brenner, Howard S. Phillips, Daniel F. Rubín de la Borbolla, Cari B. Compton, Lloyd H. Hugnes, Fortunato Vargas Tentory, Rafael Heliodoro Valle, Frank R. Brandenburg y Julián Carrillo. En Morelia: Alma Reed, Ma. de los Angeles Moreno Enríquez y Wigberto Jiménez Moreno. En Guanajuato: Manuel Leal.[51]

Pero la terca realidad y los intereses políticos de grupos o de Partidos suelen imponerse al trabajo sereno y constante para interrumpirlo. Era imposible que en unos cuantos años se consiguiera abatir las carencias que nuestra institución ha tenido desde sus comienzos; siempre quedan males que remediar, y el gobierno (Federación y Estados) no alcanzan a satisfacer todos los requerimientos de los planteles de enseñanza superior; y menos aun al multiplicarse éstos a partir de los años cuarentas.[52]

Oficinas administrativas y Teatro  "José Rubén  Romero

Otro ángulo de las orcinas administrativas

 

El 31 de marzo de 1960, la Federación de Estudiantes presentó un pliego de peticiones al Gobierno del Estado; hablaban de una renovación total de edificios, laboratorios, mobiliario y transportes; el monto de esas peticiones sobrepasaba a los cuatro millones, además del subsidio que regularmente se entregaba, que era el más alto que jamás se hubiera otorgado a la Casa de Hidalgo. El gobierno del licenciado Franco Rodríguez construyó el edificio de la Escuela de Jurisprudencia y uno amplio para la casa del Estudiante. Sumado este gasto y el subsidio, resultan las siguientes cantidades:

 

1956              $ 2,400.000.00 

1957              “ 3,582.000.00

1958              “ 1,788.756.00

1959              “ 2,329.548.00

 

No obstante, nuestra Universidad tenía carencias; "quedan numerosos problemas pendientes de solución", informaba el rector en  1959. Llamaba los particulares para que colaboraran con recursos suficientes, pues el Estado no bastaba para ese fin. "Todos los esfuerzos que desarrolle el Poder Público no bastarán para hacer frente a las demandas de carácter educativo, si la iniciativa privada no interviene con sentido de responsabilidad nacional aportando cada día mayores recursos, y si las personas de holgada situación económica que tienen a sus hijos en la Universidad, ignoran que ésta sólo logrará ser más eficiente aumentando y modernizando sus insta­laciones, sin olvidarse de la situación económica de quienes le sirven".

La exhortación del rector no recibió respuesta. Los problemas continuaron allí en espera de que el gobierno del Estado, y sólo él, acudiera a resolverlos.

El 5 de abril de 1960 los alumnos amenazaron con un movimiento de huelga si no era resuello un pliego petitorio. El gobernador se reunió con los dirigentes estudiantiles y les explicó de qué modo, para resolver el 100% de las peticiones el gobierno tendría que paralizar obras y dejar de atender servicios sociales indispensables. Los alumnos insistieron, y el 6 de abril estalló la huelga. El día 9 se reunió de nuevo el licenciado Franco Rodrí­guez con el Comité de Huelga y le ofreció la solución de la mayor parte de sus demandas, pero ellos insistieron en la totalidad; ese día, tras un mitin violento declararon rotas las relaciones con el gobierno, al que, según parece, deseaban derrocar, y emplazaron al rector para que a más tardar el día 12 definiera su posición en el conflicto, y como para esa fecha el rector había presentado su renuncia, aunque el gobernador no la aceptaba ni le daba trámite, los estudiantes tomaron las oficinas de la rectoría y declararon que en lo sucesivo sólo reconocerían al licenciado Enrique Estrada Aceves, Secretario General de la Universidad. La Federación de Pro­fesores se declaró favorable a los estudiantes, y ante esa situación, el 18 de abril el gobernador dio curso a la renuncia del licenciado Gálvez Bravo.

Correspondía al Consejo universitario presentar la terna para la designación de nuevo rector; pero, nuevamente como en el caso del doctor Mora Serrato aquel organismo violó la ley y sostuvo al licenciado Estrada Aceves como rector interino, has­ta que las peticiones de los huel­guistas fueran resueltas.[53]

Lic.  Enrique Estrada   Aceves.

 

El 24 de abril, en un acto fuera de toda consideración y decoro, los huelguistas organizaron una "Primera Feria": sacaron todos los muebles viejos de las Casas del Estudiante, camas, colchones, roperos, trastos, máquinas de escribir y ropas usadas y sucias para exhibirlas en el centro de la ciudad. ¡Y le hacían eso al gobernador nicolaita que más había ayudado a la Universidad! A la vez presentaron un nuevo pliego petitorio más reducido, que sólo importaba $ 1’823.636 .00 que fue aceptado desde luego por el gobernador. De inmediato cesaron la insensata exhibición y la huelga.[54]

El Consejo Universitario, presionado por los alumnos, se negó a integrar la terna para elección de rector, pero esta vez hasta que se aprobara una nueva Ley Orgánica, por lo que continuó la situación ilegal.

El 29 de abril, una comisión del Consejo encabezada por el rector interino se entrevistó en la ciudad de México con el Presidente Adolfo López Mateos, con el fin de invitarle a los actos del 8 de mayo en que se le otor­garía el grado de Doctor Honoris Causa de la institución. El Presidente aceptó.

El aniversario del natalicio del Padre Hidalgo tuvo especial relieve en 1960 por la presencia del Presidente de la República. En el Salón de Actos del Colegio se le entregó un diploma que expresaba el grado doctoral, entrega que él correspondió con un discurso sobre la calidad del nicolaita. "Entreguémonos a las corrientes populares pero con plena responsabilidad; no para dejarse llevar por ellas, sino para impulsarlas. Antes examinémoslas con criterio de mexicanos honrados y cultos para saber si son auténticas, si no ocultan engaño, si no son meras apariencias creadas por pasiones o intereses y, entonces, ciertos de su verdad, de su hondura, de su limpieza, manifestemos nuestra responsabilidad dándonos a ellas con inteligencia, patriotismo y varonía. Con inteligencia, patriotismo y varonía nicolaita". Enseguida fue al segundo patio y presidió el acto tradicional en eI que intervinieron como oradores el doctor Ignacio Chávez, el licenciado Gregorio Torres Fraga, el alumno Salvador Tamayo, presidente de la FEUM, y Elías Valdés, presidente del CEN.[55]

 

Pasado el mes de mayo el Consejo Universitario dio los primeros pasos para la elaboración de la nueva Ley Orgánica. Se designó una comisión integrada por el rector interino, el licenciado Guillermo Morales, el doctor Luis Mora Serrato, y los alumnos Alejandro Conejo y J. Jesús del Toro Cuevas, para que presentara un proyecto que seria discutido en el seno del Consejo antes de enviarse al Congreso del Estado.

Por su parte, la Federación de Maestros Universitarios se dio a la tarea de preparar otro proyecto a cargo del Comité Ejecutivo que encabezaba el licenciado Angel Baltazar Barajas.

El licenciado Alfredo Gálvez Bravo presentó, en el mes de febrero de 1961 otro proyecto; y los estudiantes, a través de la FEUM elaboraron el suyo.

La comisión del Consejo entregó su trabajo en el mes de agosto de 1960; la de los maestros en noviembre y la del estudiantado en el mes de diciembre de 1960. De este modo, los diputados tuvieron los proyectos en los primeros meses de 1961; y el 31 de julio de ese año se expidió la nueva Ley basada ante todo en el proyecto de los maestros como veremos más tarde.

De la labor desarrollada por el licenciado Estrada Aceves cabe destacar la inauguración del edificio de la Facultad de Derecho (7 de mayo de 1960), construido en un lugar cercano a la Facultad de Medicina, con el claro propósito de convertir aquella zona en Ciudad Universitaria. En dicha Facultad se instaló un Laboratorio de Criminología, que por desgracia no tuvo los resultados que se esperaban.

Las labores culturales continuaron su curso. Conferencias, cursillos y seminarios en los planteles universitarios despertaron el interés de maestros y alumnos. Entre los seminarios destaca el que organizó el Departamento técnico-pedagógico sobre Problemas de la Enseñanza de Lenguas Extranjeras, en el que  participaron técnicos   de la  UNAM, la Escuela  Normal Superior,  el  Centro  Internacional de  Estudios   Pedagógicos y   el  Instituto Mexicano-Norteamericano   de   Relaciones  Culturales.   El   mismo  Departamento organizó un Curso Intensivo sobre Química de Suelos  (del  3o j julio al 4 de agosto), con la colaboración de la Secretaría de Agricultura el Colegio de  post-graduados de Chapingo y   la Escuela  de Agrobiología' de la misma Universidad.[56]

En la Escueta de Bellas Artes se estableció una Hora de Apreciación Musical, cada semana, para los estudiantes y maestros que se interesaran tras la ejecución de algunas obras, los expertos daban explicaciones amplias a los asistentes.

La Universidad recibió a los asistentes a la  Segunda  Reunión Nacional de la Asociación Mexicana de Gastroenterología, con la asistencia de muy destacados profesionistas. En la Facultad de Medicina se llevó a cabo un Curso de Cirugía Nasal, a cargo de  especialistas de las Universidades de San Luis Missouri, Yale y Baylor (Texas).

En el acto de iniciación de cursos de 1961 el rector dijo: "Nuestra Casa de Estudios ha iniciado su modernización. A paso lento que procuramos acelerar, se van creando laboratorios, se enriquecen bibliotecas, se establecen nuevos estudios, se lucha por adquirir conciencia cada vez más amplía de las complicadas dificultades que ofrece el proceso educativo y se persevera en la superación de los métodos didácticos". Esta es una buena síntesis del proceso de superación que se había iniciado en  1956.[57]

 

NOTAS

 


 

[1] Libro de actas del Consejo Universitario. Archivo histórico de la UM (AHUM).

[2] Obra de  Mendoza  Pardo fue,  entre otras  conocidas, la portada del  libro  Diario
íntimo de una adolescente, de Aníbal  Ponce,  editado por la Universidad.   En  su
gobierno se levantaron sendas estatuas a don Vasco de Quiroga y a don Miguel
de  Cervantes  Saavedra.

[3] El   Comité  Organizador   del  Congreso  estuvo  formado por  los  expresidentes de
México:   Lázaro Cárdenas y Adolfo de  la Huerta; Fulgencio  Balista.  Fernando
Ortiz, Henry A. Wailace, Charles Chaplin, Paúl Robenson, Thomas  Mann, Joa­quín García Monge, Alejandro Ceballos, Luis Sanín Cano. Enrique  Muñoz Meany, Fernando Joliot Curie, Eugenio Cotton, Louis Saillant. Geuseppi  di Vitoria, Carlos Fernández Ordóñez, Alejandro Faddeyev, Pietro Nenni, Dolores Ibárruri, Carlos  Ibáñez   del   Campo. Pablo   Neruda,  Nicolás Guillen.   Enrique  González Martínez, Roger Garaudy, James Endieott, Mary Jennison, Juan Marinello, Sara Hernández Cata, Ismael Cosío Villegas y Vicente Lombardo Toledano. El  2 Septiembre, una   comisión formada   por  Narciso Bassols,  César  Martino,  Fran-cisco Martínez de la Vega, Neruda, Marinello y Garaudy, pasó a Uruapan con el fin de acompañar al general Cárdenas  a la  inauguración  del Congreso  pacifista..

[4] Diario de Michoacán, 20 de abril de 1946.

[5] El discurso en Sentido y presencia de la reforma…, passim.

[7]Ibid., pp. 51-60.

[8] Ibid.

[9] Ver  el  folleto   Iniciativa  de  Ley,  publicado  por  el  DEU.   La  comunicación fue enviada al  gobernador el 8 de enero de  1947, y fue suscrita  por el rector  y  el Secretario General, licenciado Miguel  Ríos Gómez.

[10] El costo de las  reparaciones fue de $91,000.00; se gastaron $51,000.00 en los Laboratorios; y sólo $ 5,000.00 en adquisiciones para la Biblioteca Pública. AHUM.

[11] Archivo particular de   RAC.

[12] En Ignacio Chávez.. . pp.   128-129.

[13] Periódico "El  Día", de Morelia,  información  en  los números  311   y   316,  de
lo.  y  6  de julio,  respectivamente.

[14]Las  afirmaciones en  R.  Ortega,  El conflicto...,  pp.   113-117,

[15]Las declaraciones del diputado  Balderas, en "Excélsior", de la ciudad de México,
4 de  agosto;  la "puñalada"  en "La Voz  de   Michoacán", extra   No.   3, 28  de
julio;   el  resto   de la  información   en   "Sol  de   Michoacán",  No.   445,   y Extra
del mismo diario moreliano, ambos del viernes 29 de julio de  1949.

[16] Las   declaraciones  del   general   Guzmán   Cárdenas,   fechadas   el  día   29,  fueron
publicadas en el diario "Novedades", de  la ciudad de  México, el  31   de julio.

[17] Las declaraciones del  general   De  Alba  Luna en carta  a Antonio Álvarez Pu­lido, director de "Sol de Michoacán". en el número extra del 29 de julio.

[18]Las declaraciones del rector, en la extra de "Sol de  Michoacán", 29 de julio.

[19]El  Directorio estuvo  formado  por las  siguientes personas:  el  rector,  ingeniero
Porfirio García   de León; los abogados  Jesús Ramírez  Mendoza, Gregorio Torres
Fraga y Alberto Lozano Vázquez; el doctor Esteban Figueroa; Emilio Bolaños,
Alfonso   Espitia y  Javier   Gómez.  Además,  un  Comité   Estudiantil   de   catorce
miembros.

[20]La carta, en  R, Ortega, op cit., pp.  131-132.

[21]La primera anotación en sus Apuntes, t.  11. pp. 365-366.   El periódico "Nove­dades" informó que el general Cárdenas hizo declaraciones en favor de los estu­diantes ante una comisión que le entrevistó, formada por los nicolaitas:  Alberto Lozano,  Salvador Campero.  Aarón   Trejo  y   Miguel   Ruiz  Torres.

[22]El discurso de   Anguiano y crónicas del mitin, en los diarios de la ciudad de
México:  "Excélsior" del 3 y 4 de agosto, y "El Popular" del día 3.

[23] Amplia información del movimiento nacional en apoyo a los estudiantes nico­laitas, en los diarios de la capital del país, y en "'Sol de Michoacán", de los días 9, 10 y 11 de agosto. En este último día el Presidente Alemán recibió a los dirigentes de la FEU, y ante él acordaron designar una comisión que ven­dría a Morelia a investigar; el 12 llegó una comisión: después de informar tele­fónicamente a sus compañeros, se decidió levantar la huelga el día 14. y aceptar la mediación del Secretario de Educación Pública, licenciado Manuel Gual Vidal.

[24] L. Cárdenas.  Apuntes, t.  II,  p.  370.

[25] Libro de Actas del Consejo Universitario. AHUM.

[26] Ibid.

[27] El acuerdo del Presidente Alemán fue publicado en el Diario Oficial de la Federación  Núm. 5, del  6 de  julio de   1950.           

[28] J.   Pineda  Ortuño,  Informe de su  gestión  ame  e!  Consejo Universitario.   Folleto y actas. AHUM.  La designación de De Gortari, el  lo. de febrero de   1950

[29] Acias del Consejo Universitario. AHUM.

[30] La carta de De Gortari lleva por título: ¿Por qué, señor rector? Fue publicada por el  Comité de  Defensa  Universitaria.

[31] Conocemos  numerosos impresos  de nuestro  archivo   en los que se ataca duramente al rector Torres Fraga.

[32] La polémica   entre  el   rector y los  "henriquislas" en los periódicos  capitalinos "El Nacional" y "'El Popular", de los días  12, 13 y 14 de diciembre  de 1951.

[33]El discurso del doctor Chávez está entre los apéndices de este libro.

[34] Los discursos de Torres Bodet y A. Eloy Blanco, también en los apéndices

[35] Libro de Actas del Consejo Universitario. AHUM.

[36] La muerte del doctor Blanco acaeció el día 21 de mayo de  1955

[37] La comisión   designada   estuvo  formada   por  los   profesores  Enrique   González Vásquez, José Gelada y Adrián Rodríguez, además del rector.

[38] "La Voz de Michoacán", jueves 19 de abril  de   1956.

[39] Ibid., miércoles 9 de mayo de 1956.

[40] En las ediciones extras de ambos periódicos morelianos se publicaron numero­sas fotografías de los destrozos en los talleres y oficinas, así como en los edifi­cios del gobierno.

[41]Las acusaciones contra Anguiano y Torres Fraga fueron lanzadas por funcio­narios del gobierno estatal. "El Universal", de la ciudad de México, miércoles 20 de junio de  1956.

[42] "El Nicolaita", órgano de la FEUM, Núm. 4, junio y julio de   1956.

[44] Ver su discurso de 1956:  "Nicolaita, título de orgullo..."

[45] Ver J. Bonavit, Historia del Colegio..., 2a. parte por R. Arreóla Cortés, pp. 395-396.

[46] Ibid., pp. 397-398.

[47] Actas del   Consejo  Universitario,   En el   boletín mensual "Universidad   Michoacana" se publicaron los planes de estudios de las nuevas carreras. Ver:   Enfer­mería y Bibliotecario y Archivista, en el Núm. 14, febrero de 1958.

[48] Arch. del Congreso del Estado. Las reformas fueron  publicadas en el   Periódico Oficial de la misma fecha.

[49] Las cuotas propuestas eran: por concepto de inscripción, $ 50.00 en los plante­les no profesionales, y $ 100.00 en los profesionales; el pago por exámenes ex­traordinarios sería de $10.00 a cada sinodal en escuelas profesionales, y $ 5.00 a cada una, en el resto. Actas del Consejo Universitario.

[50] Revista "Huytlale", Núm.  35, nov.-dic. de   Í959, pp.   100-107; y el Alcance del mismo  número,  con el  título:  De  la pedagogía y otros problemas de   la  educa­ción, con unas líneas preliminares de R.  Arreóla Cortés.

[51] El trabajo  de   R.   Arreóla Cortés   en el  boletín   mensual Núm.   20-21,   agosto-sept. De 1958, pp. 28-36. Amplia información acerca del Colegio de Pátzcuaro, en el Num. 2 del mismo boletín, octubre de 1956.

[52] Había en 1958: 22 Universidades y 8 institutos de enseñanza superior, y todos recibían ayuda oficial.

[53] Existe el testimonio del rector Gálvez Bravo, en la entrevista que le hizo la alumna Guadalupe García T., el 9 de enero de 1982, con destino a una tesis profesional. Poseemos una copia del texto de dicha entrevista.

[54] De estos hechos quedan constancia en las páginas de los periódicos, principalmente “La voz de Michoacán”.

[55] Ver el discurso del Presidente López Mateos en los apéndices de este libro.

[56] La obra del rector interino Estrada Aceves podrá apreciarse en las páginas del boletín mensual “Universidad Michoacana”, que continuo publicándose durante su administración. Ver los Núms. del 36 al 49, de abril de 1960 a julio de 1961.

[57] Ibid., Num. 44, febrero de 1961, pp. 5-8.