En el refugio
En el crisol de pensadores…
En un café. Paz y Alex. Pasó una hora o eso creía. Respirando tranquilo, levanté la vista, sin llegar a encontrarse con su mirada. Alex dice —¿Esperanza?-.
Paz con café en mano -¿Por qué me preguntas por la fe en la esperanza?-, con voz tranquila y autocrítica, como si fuera la última persona en el mundo que tuviera algo importante que decir del asunto. —¿Seguramente has leído que lo que respecta a la esperanza, nunca escapé del crisol de la duda en el que se formó mi propia fe, tal como era en mis letras? Tú más que nadie, siendo estudiante, has demostrado lo que puede ser la esperanza, en un mundo como el nuestro. Viste de primera mano algunas de las peores cosas que los seres humanos se hacen a otros y a otros animales; exploraste todas las permutaciones de la malicia humana; miraste el abismo de la destrucción del medio ambiente. Le diste voz a la más absoluta desolación del corazón abandonado de los más pobres y desplazados por la violencia. Y, sin embargo, creíste en lo humano. ¡Debes haber visto algo, debes haber recibido noticias para traernos esperanza!
Volvió a sonreír Alex, y pareció cortésmente divertido con el pequeño discurso, aunque no había nada obviamente divertido en lo que había dicho, y menos aún en la forma ansiosa ya citada en que lo había dicho para un hijo de un pueblo originario purépecha.
—Espero que recuerdes que yo soy solo un viejo escritor. Un contador de historias con poesía, ensayista de filosofía, y autodidacta de las matemáticas. En cuanto a la poesía que escribí, me lo inventé toda. No puedo decirlo de manera más simple que eso. ¿Seguro que lo sabes? Está todo inventado. Es ficción. No es real. Es un mundo en posibilidad. Es una mentira.
Sus ojos brillaron bromeando por un momento, como si estuviera sorprendido, pero sonaba serio, incluso un poco triste, mientras continuaba.
—¡Seguro que no, mi viejo mentor! Quiero decir, estoy de acuerdo con todo lo que escribes (si no te importa que lo diga) pero, ¿qué pasa con las palabras que le diste a todos los estudiantes en tu vida? ¿No eran ciertas?, las han vivido, las han pensado y sentido cuando te leen.
Carpintero de letras
Hoy
Esta página está vacía, toda la frase se fracturó justo en la quinta palabra y sin el horizonte de un punto y seguido. Llamé al fontanero y mi estómago sintió el vacío por debajo del lenguaje. Sé que esperabas esta noche un poema romántico, pero de nuevo pierdo el papel, el alfabeto parece extraviado y apenas respiro estos tiempos de angustia. La página está llena de un ataque de pánico. Sé que esperas unas letras en la parte superior de tu corazón. Perdón, esta noche, mis dedos se desconectaron de verso libre, hoy me conmueve escuchar: "200 mil mexicanos muertos por violencia en el 2024", y que solo sean un número de TV en un espacio dentro de tantos comerciales que ilustran que nadie les extraña ni un poquito. Será mi último hogar el espacio de habitaciones de libros y una mesa apenas iluminada que espera que escriba algo. Planeo entrar a leer desesperado buscando consuelo en mil libros.
Libro: Carpintero de letras
Escuche, “las palabras que se pronuncian no son las que se escriben”, las letras no respiran a la tierra sino al hombre. ¿Cómo es el ritual de escribir sobre la musa? Escribir. Letras en mares de imaginación
ISBN 978-607-8416-14-1
- CIE UMSNH
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Kafka, dos pecados cardinales
La poesía moderna, a menudo autodefinida como arte introspectivo, todavía ejerce el impulso y tradición de una revolución exitosa; académicamente fascinante, conversación de café mística, el modernismo poético ya se ha convertido en uno de los más largos periodos de la historia. Y aunque la poesía de este periodo sigue siendo bastante leída, citada y admirada, y no solo por académicos profesionales; es hora de invitar a leer a las jóvenes generaciones.
Para Kafka, todos los errores humanos son la impaciencia de no dejar hablar al libro, una ruptura prematura de un enfoque metódico, un uso aparente de prisas sin fin, para no publicar y apuntalar el objetivo de lo humano. Por lo tanto, la decisión de Kafka es de ampliar el alcance y, pretende dejar de oscurecer la esfera de referencia más limitada de una Universidad que no educada a través de la literatura y sus procesos de creación. Hay para Kafka dos pecados cardinales, de los cuales todos los demás derivan, la impaciencia y la laxitud de los pensamientos. La impaciencia nos expulsó del “paraíso”; la laxitud trajo injusticia para la humanidad. En los aforismos 1917, Kafka dibujó al libro como un lugar silencioso para lo mejor de la conciencia después de quedarnos sin el jardín del Edén, sin literatura, las universidades expulsan a sus jóvenes estudiantes al desamparo y a ser “mascotas del mundo”, cuando para Kafka debieron ser la consecuencia inmediata de la mejor herencia de la civilización[1].
Pero si bien la poesía moderna constituye una entidad distinta y tal vez incluso masiva, especialmente en las universidades mexicanas, se ha hecho poco por valorar para mostrar cómo, o sí, la poesía moderna opera como un patrimonio intelectual de lo moderno, y mucho menos como una tradición, para la poesía contemporánea, tiene ciertas ambiciones persistentes, ambiciones que tienen que ver con dar al poema algo de estatus de un objeto o fenómeno estético, de una declaración racional pura que se trasforma en vida. Aunque no se puede aplicar la idea a la manera de Procusto a todos los poemas de hoy, una gama sorprendente de trabajos parecen estar iluminando, al considerar tales motivos heredados y técnicas asociadas con ellos. Implican un conflicto, potencialmente severo, entre el medio del poeta y, por otro lado, sus convicciones de los sentimientos de una época.
Además, estos motivos heredados implican un conflicto, potencialmente severo, entre el medio del poeta y, por otro lado, sus convicciones sobre la realidad del hombre y el arte. Su médium literario vincula al poeta con las palabras, que son conexiones de su humanidad y con las metáforas, que son, incluso cuando están fragmentadas arreglos del arte de sentir y pensar. Y el verso libre por defección implica recurrencia, aunque solo sea una nota al margen izquierdo de una página. Pound nos dice que vayamos con cuidado en las abstracciones, pero la recurrencia es una forma abstracta, y cada palabra es una categoría caprichosa en la vida, no un particular: fresno no es más concreto que beso, o pobreza menos doloroso que injusticia. Simplemente agregan potencia en el sentir de la vida.
El poeta moderno, es abstracto, más o menos discursivo, y en algunos sentidos, sobre la realidad y el arte está empapado por la idea de que la realidad está impregnada por la idea, está inherente en particulares, no en abstracciones; en la experiencia, no en el discurso o la convención. La experiencia puede parecer fluida e instantánea, pero el lenguaje es secuencial y, una vez pronunciado es relativamente fijo. Estos son los contornos amplios y fríos de un conflicto que inspiró las deslumbrantes soluciones a las Epifanías y logros del pensamiento moderno, una transformación extraordinario y múltiple de la poesía occidental. El conflicto, la contingencia y los Eureka permanecen, y tienen su relevancia para la mayor parte de la obra del poeta, buena o mala.
No es una mera escritura de cobertura del sentir, es añadir exploración humana excepcional con el interés de profundizar el vivir; habiendo heredado una tracción, un poeta puede lidiar con ella evitándola o reaccionado contra ella. Algunas convenciones de la escritura más claramente son violadas o descartadas, como el arco del proscenio, la línea fronteriza en un juego de lo imposible, una dicción poética dada. Keats, ofrecería al lector que entienda que el poeta ha cultivado una evitación para colocar el barniz invisible de Milton. De la misma manera, uno puede percibir mejor la exuberante controlada de voces del ayer y la línea del futuro en el verso blanco al verso libre de Wallace Stevens a la luz de Eliot y el erotismo de Paz. La posibilidad evitada no es simplemente negativa, sino también un principio que el escritor explota, alcanzando a sabiendas que bajo la sabana blanca hay nuevas virtudes imposibles, que tal vez de comprender sin ella se extraviaría en la deshonestidad.
Hay forma más directas y específicas de escritura de apoyar la afirmación de que la poesía contemporánea es en general una tradición intelectual. Al comenzar a asumir el trabajo de tal prueba, ser poeta es la profesión del placer de lo humano sin más remuneración monetaria que cero. Al alcanzar a asumir el trabajo de tal prueba, y el trabajo de ejemplificar el término “tradición intelectual”, se trata de ilustrar la idea primero en el caso relativo de Milton, obvio de trabajo fallido para su propio tiempo, pero exitoso para el nuestro; luego, en la relación más elusiva, más interesante, entre un poema exitoso y su elemento de rebeldía. En primera instancia, las escritura moderna involucra la naturaleza tradicional de la ciencia, la filosofía, la matemáticas…, como dispositivo específicos del arte de pensar o estilo, en el segundo, un nuevo concepto de vivir por donde nadie se atrevió jamás.
—“Ahora está fuera de los límites el poeta. Se regocija en el encantador y peculiar poder del hombre para elegir la vida y la muerte: cuando conduce a sus soldados purépechas a la muerte, no puede doblar la espalda, recoger la cosecha es todo su interés en esos “hombres de bronce.”
Por razones tortuosamente complejas, el poeta debe evocar un ideal de contraste, y debe admirarlo sin profesarlo. Debe insinuar, con el mayor tacto rayano en la reticencia, una compresión entre las consecuencias morales de depender de la discriminación y las consecuencia morales de depender de las máquinas burdas de inteligencia. El punto aquí es, en efecto, tanto tacto como dirección, segundo, que maneja la tarea con brevedad y gracia mediante el uso de un recurso que sus lectores conocen tan bien que apenas lo notan. La atribución, la cita, el préstamo de términos, la alusión a lo que otra persona oye, ve, dice o podría haber dicho: estas son formas de calificar o refinar ironías y lealtades.
Sin tratar siquiera el poema en su conjunto, se puede observar qué versos como los de los purépechas de bronce, sugieren el tono general y el tema de la simpatía fallida: la condición de espectador. Este tema modesto, más bien autocastigado, también impregna los poemas de la historia, a veces bajo el disfraz de una aparente “actualidad”. Sin negar la auténtica actualidad de esos notables poemas, no juzgarlos de otra manera, nos gustaría señalar dos aspectos de los poemas, las comillas reales o implícitas, que a veces rodean poemas enteros, y la particular ambivalencia del volumen.
El poema está enteramente encerrado de comillas. Puede parecer extraño sugerir que dicho material está sujeto a una ambivalencia sistemática y generalizada; “ambivalente” puede ser precisamente correcta, pero sea cual sea el nombre que le demos a la actitud, parece haber asumido un desafío a esa actitud tristemente reflexiva. Es difícil encontrar palabras para lo que percibimos como la actitud del poema hacia la mayoría de las emociones serias suscitadas por el poema; estos sentimientos no se descartan exactamente, pero no hace falta decirlo con comillas. No se nos permite elaborarlos, ni siquiera concentrarnos en ellos como objetivos.
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[1] Reiner Frisch (2022)The Aphorisms of Franz Kafka. Princeton University PressCopyright © 2000-2025. Todos los derechos reservados LAN/QFB/UMSNH